Abdicó, pero...
Juan Carlos I no es la norma: cómo otros abdicados saben vivir en silencio
Los detalles Mientras otros monarcas abdicados como Beatriz de Holanda o Juan de Luxemburgo optaron por la discreción y una vida tranquila, el emérito sigue dando de qué hablar. ¿Lo último? Un vídeo promocional en el que justifica la publicación de sus memorias.

11 años después de abdicarse, Juan Carlos I sigue dando titulares y boicoteando la imagen de la Casa Real… a su manera. Su última ocurrencia: un vídeo que parece una broma, pero no lo es. Más allá del humor, es otra muestra de que hace lo que le da la gana sin consultar a nadie… y, de paso, promocionar sus memorias, que salen este miércoles en España.
Lo 'normal' tras abdicar sería retirarse y mantener un perfil bajo, pero el emérito no parece de los que entienden las normas. Beatriz de Holanda, por ejemplo, abdicó un poco antes que él. Se mudó a su antigua residencia, asiste a actos de vez en cuando y viaja a su ritmo, sobre todo al Caribe neerlandés. Nada que ver con Juan Carlos. Sus viajes son a España porque quiso estar cerca mientras se abrían investigaciones judiciales sobre cuentas en Suiza. En sus memorias, él lo justifica así: "El Gobierno transformaba las investigaciones en una caza de brujas" y llama al dinero que recibió "un regalo que no supe rechazar".
Otros ejemplos: Juan de Luxemburgo abdicó en 2000 y se retiró a una vida discreta en un castillo. Alberto II de Bélgica, que dejó el trono tras un escándalo financiero y la revelación de una hija ilegítima, no volvió a dar la cara públicamente… hasta algunas entrevistas justificando su vida familiar.
Pero Juan Carlos no. Ahí están los drones con su cara en el último cumpleaños, fiestones con amigos del Río, y exclusivas en revistas como 'Hola'. Él describe todo esto como "vivir sin perspectiva, herido por un sentimiento de abandono", pero para el resto del mundo es más bien un espectáculo continuo.
En España, la abdicación del rey no pasó desapercibida: entrevistas de Corinna contando su historia, el juicio, la famosa foto de la barbacoa con su hijo, y libros como el de Bárbara Rey. Juan Carlos intenta ponerlo en contexto: "He tenido dos deslices sentimentales. Una relación en particular se hizo pública.Nada cambiará mis sentimientos profundos hacia mi mujer, Sofía, mi reina".
La lección es clara: abdicar no significa hablar menos o desaparecer… pero sí podría. Basta mirar a Joseph Ratzinger, que fue jefe de Estado, abdicó y nunca volvió a involucrarse públicamente en nada. Juan Carlos, en cambio, parece ignorar esa regla.
Abdicar no obliga a callar… pero hay maneras de hacerlo. Juan Carlos I eligió la suya: llena de titulares, polémica y autopromoción.
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