La periodista Maria Ressa es una de las investigadoras de los Pandora Papers y, ahora, también Premio Nobel de la Paz. Un reconocimiento que ha recibido por su valiente lucha por la libertad de expresión en su país, Filipinas.

Su trabajo es una muestra de lo importante que puede llegar a ser el periodismo, sobre todo cuando se enfrenta a las condiciones más difíciles. Ressa dirige su propio medio de comunicación, 'Rappler', uno de los más relevantes de el país y de los que más molesta al presidente Rodrigo Duterte, por denunciar el abuso de poder y el uso de violencia de su Gobierno.

Hacer lo que hace Ressa o sus colegas de profesión en Filipinas tiene muchísimo mérito: cada día se enfrentan a un presidente que no tiene ni el más mínimo reparo para aprovechar las ruedas de prensa para amenazarles, incluso de muerte.

Amenazas que van dirigidas a la prensa en general y a Maria Ressa en particular, tal y como se aprecia en el vídeo que ilustra estas líneas. "Los periodistas creéis que podéis criticarnos, pero iréis a la cárcel" o "ser periodista no significa estar exento de ser asesinado", son algunas de las amenazas lanzadas por Duterte a los profesionales de los medios en sus comparecencias. Sobre Ressa ha llegado a decir que "es un fraude". "Algún día, lo demostraremos", agregaba.

En 2018, fue nombrada persona del año por la revista 'Time', bajo el título 'guardiana de la verdad'. Ressa ha destacado por investigar la guerra contra las drogas de Duterte, plagada de irregularidades y asesinatos sin justificar.

Por este motivo, en los últimos años ha sido sometida a una persecución permanente, la han arrestado en varias ocasiones y el Gobierno ha abierto más de una decena de causas contra ella. La más grave hasta ahora, por supuesta ciberdifamación. Le ha costado una pena de hasta seis años de cárcel, aunque sigue en libertad a la espera de que el Supremo se pronuncie. El problema es que en Filipinas la Justicia también está controlada por el Gobierno.

Sin embargo, ni siquiera así han conseguido callarla. Así se pronunciaba Maria Ressa justo después de escuchar la sentencia: "Tenemos que contraatacar y proteger nuestros derechos".