Hace 30 años que murió

Lola Flores, la voz que habló de transexualidad y orgullo gitano cuando nadie lo hacía

La otra cara
En los años 90, Lola Flores rompió tabúes en 'prime time' al dar visibilidad a mujeres trans y expresar con orgullo su identidad gitana, convirtiéndose en pionera que desafió prejuicios sociales y abrió camino para el respeto y la diversidad.

Lola Flores, la voz que habló de transexualidad y orgullo gitano cuando nadie lo hacía

"Si una peseta diera cada español, no a mí, a donde tienen que darla, quizás saldría la deuda… y yo me iría después a celebrar, y a tomar una copa…". Han pasado 30 años desde que Lola Flores, la faraona, soltó aquella frase. La mujer que lo hizo todo. La que parecía invocar el primer crowdfunding de la historia con una copa en la mano y un país a sus pies. Pero su verdadero legado no está en esa petición insólita, sino en todo lo demás que nos regaló: coraje, arte y una voz que nunca pidió permiso para sonar.

"Seguirán hablando de mí después de muerta", vaticinó ella misma. Y así ha sido. No solo porque sus hijas hayan continuado su estirpe musical, sino porque no hay español —cojee del pie que cojee— que no recuerde a este terremoto jerezano.

Un espíritu libre en tiempos de censura

Adelantada a su tiempo, Lola hablaba de todo en público, sin temer a la dictadura, al qué dirán ni siquiera a su marido, el Pescadilla. En 1971, en plena España franquista, posó mostrando pierna en la portada de 'Lecturas y dejó un mensaje claro': "Si al Pescadilla no le hace gracia, que se acostumbre".

Pero Lola Flores fue mucho más que un símbolo de rebeldía. En 1994, cuando el maltrato machista era aún un tabú social, denunció públicamente la violencia que también ella había sufrido: "En la relación sentimental entre 'Caracol' y yo no todo eran mieles, me maltrataba"

Orgullo gitano y altavoz de los silenciados

Lola no solo rompió moldes dentro de su casa. También fuera. Orgullosa de sus raíces gitanas, las defendió en cada entrevista, cada plató, cada tablao. Dio voz a quienes no la tenían, en especial al colectivo LGTBIQ+, cuando aún era arrinconado. En los años 90, en pleno 'prime time', entrevistó a tres mujeres trans: "Estas mujeres que voy a presentar han sufrido muchísimo… Ella es Violeta, la otra es Milena, ella es Carmen y ella es la Gamba".

Aquella escena, insólita y valiente, fue puro Lola Flores: sin filtro, sin miedo, con un respeto que nacía del corazón.

La diosa del pueblo

Tanto la amaban que sus propios fans estuvieron a punto de arruinar la boda de su hija Lolita. "Mi hija no se puede casar. Así que si me queréis a mí, marcharse. Si me queréis algo, irse. Hay que sacar a la gente, o no se casa", suplicó a gritos desde la puerta. Y sí, al final la boda se celebró. Como todo en la vida de Lola, con luces y sombras, pero con una intensidad que quemaba.

Treinta años después de su muerte, Lola sigue ahí. Inmortal. Lo dijo con la misma convicción con la que recitaba coplas: "¿Sabes por qué yo estoy guapa? Porque el brillo de los ojos no se opera".

Ese brillo sigue encendido. Porque Lola Flores no solo vivió en un país en blanco y negro: lo pintó de lunares.