En el contexto de la escalada de violencia entre Israel y Líbano, el papel de Hizbulá como amenaza se vuelve cada vez más evidente. Con el último ataque israelí, que ha dejado 356 muertos y 1.246 heridos, surge la pregunta de quién representa un mayor peligro en esta confrontación.
Hizbulá, un grupo no estatal considerado el más armado del mundo, se enfrenta a un Israel que posee superioridad en número de tropas, con la capacidad de movilizar más de 600.000 soldados y reservistas. En contraste, las estimaciones occidentales sitúan a Hizbulá entre 50.000 y 100.000 combatientes. Sin embargo, esta comparación numérica puede ser engañosa. La verdadera amenaza de Hizbulá radica en su impresionante arsenal de aproximadamente 150.000 misiles y cohetes, incluyendo misiles SCUD-D que pueden alcanzar cualquier rincón de Israel, algo sin precedentes en conflictos anteriores.
La capacidad de Hizbulá para lanzar hasta 3.000 cohetes diarios durante semanas, según un estudio de la Universidad de Reichmann, representa un desafío significativo para el sistema de defensa israelí, el Domo de Hierro, que, aunque tiene una eficacia del 90%, podría verse abrumado en una oleada masiva de ataques. Mientras que Israel domina el aire con su avanzada fuerza aérea y sistemas de misiles tierra-aire, la amenaza de un conflicto cuerpo a cuerpo, donde Hizbulá ha estado entrenando en Siria, no debe subestimarse.
Además, el respaldo que recibe Hizbulá de la llamada 'Alianza del Anillo de Fuego', que incluye a grupos armados de Irán y otros países de la región, aumenta su capacidad de resistencia y expansión. Esta red de apoyo le otorga a Hizbulá un nivel de operatividad y estrategia que complica aún más la situación para Israel.
Mientras Israel busca consolidar su ventaja militar, la realidad es que Hizbulá no solo es un adversario armado, sino una amenaza multifacética con el potencial de desestabilizar la región.
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