Un agente de la Policía Nacional ha saltado a la primera línea de la actualidad por una denuncia presentada por cinco mujeres por presuntos abusos sexuales. Este agente ha estado infiltrado durante más de dos años en grupos anarquistas violentos, según traslada la Policía.

El caso ha trascendido a la política, con ERC, la CUP y los Comunes pidiendo la comparecencia del ministro Marlaska en el Congreso de los Diputados para dar explicaciones. De igual manera, el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena i Garcia, ha enviado una carta a Marlaska en la que le insta a dar "respuestas urgentes" ante lo que considera "hechos graves".

En el vídeo, recordamos dónde comenzó todo: en un gimnasio. El agente, de 31 años, empezó a entrenar y a integrarse en el ambiente, haciendo amigos e incluso tatuándose la estrella del caos en la rodilla, un símbolo anarquista.

Decía venir de Mallorca, se puso pendientes, se hizo una cresta y empezó a vestirse con camisetas antifascistas y con mensajes contra la Policía. Dos noches a la semana, iba a una plaza de Barcelona a estrechar lazos; en medio año, era considerado uno más.

Tal fue su integración que comenzó a formar parte de protestas, como la del encarcelamiento de Pablo Hassel, movimientos antidesahucios o cortes de carretera, llegando a ser multado con 600 euros.

En una charla llamada 'Reconoce al enemigo: la Policía', quienes asistieron cuentan que se hizo un comentario que provocó la risa de todos: "Quizás entre nosotros hay algún policía...".

¿Se puede infiltrar un policía?

Ante las dudas, cabe resaltar, que según la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se permite llevar a cabo infiltraciones en investigaciones relacionadas con "delicuencia organizada", siempre bajo un "estricto control judicial y fiscal".

La otra pata del caso tiene que ver con esas denuncias por abusos sexuales. El sexo fue consentido, pero las denunciantes alegan que "lo que se sabe sobre una persona es inseparable del consentimiento sexual", o más específicamente, como dice una de ellas: "Si hubiera sabido que era policía, nunca habría mantenido una relación".

El agente infiltrado dejó Barcelona el pasado mes de octubre, tres meses antes de ser descubierto. Entonces, dijo que se marchaba a Granada a recoger la aceituna.