Isabel Díaz Ayuso recibe el respaldo unánime de su partido, un escenario impensable hace apenas dos años cuando las sospechas de corrupción salpicaron a su hermano. En aquel momento, la dirigente madrileña enfrentaba un ambiente de desconfianza, con el propio PP, liderado por Pablo Casado, exigiéndole explicaciones. La situación de hoy día refleja una cohesión partidaria que contrasta fuertemente con el pasado.

La dinámica dentro del PP ha experimentado una transformación notable. Mientras que en el pasado, Pablo Casado confrontaba a Ayuso en privado, solicitando clarificaciones que nunca llegaron, el presente muestra un partido que se alinea sin fisuras en su defensa. La apertura de un expediente y las críticas públicas han dado paso a una aceptación general de sus explicaciones, incluso antes de que estas fueran completamente reveladas, evidenciando un cambio drástico en la postura del partido.

Este cambio de actitud no solo se manifiesta en el liderazgo actual del PP, sino también en figuras como Cuca Gamarra, quien previamente se mostraba crítica y exigía mayor transparencia. Esa confrontación se ha transformado en un respaldo incondicional, incluso cuando las explicaciones ofrecidas por Ayuso preceden al conocimiento pleno de los hechos. La coherencia en el discurso del partido se ve reforzada por comentarios como los de Feijóo, quien minimiza el impacto de las acusaciones, enfocándose en la irrelevancia de estas para el conjunto del partido.

La consolidación de este apoyo inquebrantable hacia Ayuso contrasta con el destino político de Pablo Casado, cuya confrontación con la dirigente madrileña culminó en su salida del partido. La guerra interna que en su momento sacudió al PP parece haber dejado paso a una estrategia de unidad y defensa colectiva frente a lo que perciben como ataques externos hacia Ayuso.