Esta semana se cumplen 40 años del origen del famoso “que te pego, leche”. El empresario José María Ruiz-Mateos golpeando al exministro Miguel Boyer. Una situación a la que se llegó por la expropiación de Rumasa.

Rumasa era propiedad de Ruiz-Mateos. Englobaba el Banco Atlántico, Galerías Preciados, Loewe y otras 200 empresas más. Sumaba 60.000 trabajadores y tenía un problema: un agujero de más de 300.000 millones de pesetas que podía arruinar a la economía española. El Gobierno socialista, con apenas cuatro meses en el poder, decidió intervenir y expropiar Rumasa. El ministro que tomó la decisión fue Miguel Boyer. Ruiz-Mateos lo tomó como su enemigo y comenzó un odio que llegó a todas partes, incluidos los tribunales. A las puertas de un juicio fue el famoso puñetazo. Y antes de ese puñetazo hubo 'palabras'.

El puñetazo, la frase y el empresario se hicieron populares. Y Ruiz-Mateos jugó con ello para seguir vengándose de Boyer. Utilizó la publicidad de sus nuevas empresas para ridiculizar al que culpaba de haberle robado sus viejas compañías y no dudo en recurrir a la vida privada del exministro, a su matrimonio con Isabel Preysler.

Tras la expropiación, Ruiz Mateos huyó de España a Alemania para evitar ser juzgado, pero fue extraditado. Se convirtió en un habitual de los juzgados por la cantidad de juicios que acumulaba. Acudía a responder por demandas impuestas contra él o por él. Y se presentaba disfrazado. De preso, de chulapo o de ‘superman’. Todo para llamar la atención y generar simpatía.

Llamaba la atención, pero no convencía a los jueces. El Tribunal Constitucional avaló la actuación del Gobierno. El Tribunal Supremo negó que se le devolvieran las empresas y el Tribunal de Estrasburgo rechazó que se le indemnizara. Las sentencias y las informaciones en su contra no impidieron que consiguiera más de 600.000 votos en las elecciones europeas de 1989 y se convirtiera en eurodiputado. Además de los votos, entre muchos españoles mantuvo intacta su fama de empresario respetable, de su buen ojo para los negocios. Esa imagen le ayudó a conseguir inversores para la sucesora de Rumasa, Nueva Rumasa. La compañía quebró en 2011. La familia Ruiz Mateos acumula desde entonces condenas de cárcel y multas por la gestión de aquella compañía.