La búsqueda de fuentes de agua debe ser una prioridad al llegar a una isla desierta dado que la hidratación es una necesidad extrema en el ser humano. Tanto es así, que nadie es capaz de resistir más de tres días sin ingerir líquidos. Y más aún si el clima del lugar en el que nos encontramos es cálido: a mayor sudoración, mayor pérdida de agua del organismo, según asegura el libro 'La isla: cuaderno de supervivencia' (Ediciones Martínez Roca, 2019).

La búsqueda de agua no es una tarea demasiado difícil, a no ser que te encuentres en un territorio excesivamente árido o arenoso. En esta situación, es importante evitar la deshidratación, reduciendo al máximo la sudoración, ya sea midiendo los esfuerzos o bañándonos en el mar las horas de más calor. Pero si el lugar en el que te encuentras hay mucha vegetación, es un claro indicio de humedad, por lo que será más fácil encontrar agua. Hay cinco formas de conseguir líquido (algunas más costosas que otras):

1. Adéntrate en tierra y busca rastros de animales y vegetación. A la hora de encontrar una fuente de agua es muy importante utilizar los cinco sentidos. Lo primero que hay que hacer es localizar huellas de animales, vegetación o sonidos para dar con alguna cascada, arroyo e incluso cueva. De dar con ello, lo mejor es coger agua de su último tramo, pues cerca de la desembocadura arrastra más cieno (mezcla semilíquida de agua y tierra compuesta por sedimentos, partículas de polvo y arcilla).

2. El agua se encuentra dentro de plantas, como el cactus, o frutas, como el coco. También se puede localizar en la base de las plantas con hojas.

3. Otra fuente de agua es la propia lluvia, sobre todo en las zonas geográficas de mayor frecuencia pluvial.

4. Una manera compleja de conseguir agua es a través de una tela. Es muy importante que utilicemos el paño más absorbente que tengamos. Una vez seleccionado, solo hay que atarse alrededor de los tobillos un jirón de la tela y caminar con él entre las plantas durante las horas del amanecer. De esta forma, el tejido se empapará con el agua del rocío nocturno. Finalmente, solo habrá que estirar la tela sobre un recipiente para obtener una relativa cantidad de líquido.

5. Nunca se debe beber directamente el agua del mar porque la sal acelera el proceso de pérdida de líquidos. Para poder utilizar el agua del mar e hidratarse es necesario llevar a cabo un proceso costoso y laborioso de condensación, con pocos resultados. En otras palabras, es necesario filtrar el agua a través de un lento sistema de destilación efectuado al sol y sobre un hoyo de la playa cubierto adecuadamente.

6. El último recurso, y siempre que se trate de un caso de sed extrema, puedes ingerir la propia orina. Eso sí, antes de hacerlo debes asegurarte de que sea clara: un color y olor fuerte indica que contiene un exceso de toxinas, como efecto de la deshidratación que se pretende evitar.

Sea cual sea el procedimiento que se lleve a cabo, siempre es importante tener en cuenta dos cosas. La primera de ellas es que es fundamental hervir el agua que consigamos para potabilizarla, eliminando así los posibles patógenos que contenga. Si no tenemos fuego para hacerlo, se puede fabricar un filtro natural con arena, piedras y telas que, vertiendo el agua a través del recipiente que las contenga, nos ayudará, al menos, a retirar sus impurezas. Por otro lado, para poder almacenar el agua se debe contar con recipientes. Los caparazones, conchas, piedras y grandes hojas pueden servir de envase.