Viajamos a Bruselas, donde nos ha citado la heredera de un exiliado del franquismo. Su abuelo es diplomático durante la Segunda República. Cuando llega el franquismo, el embajador pierde su cargo y una obra de arte que intentará recuperar durante toda su vida: un tríptico firmado por Van Orley. En Madrid, seguimos el rastro del cuadro en el archivo de Patrimonio Cultural, y encontramos un documento que indica que en 1941, una mujer llamada María Teresa Álvarez Herreros de Tejada se lleva del museo del Prado dos esculturas, siete cuadros religiosos y un tríptico de gran valor del pintor Van Orley. La mujer firma como la Marquesa de Arnuossa.

Arturo Colorado, Catedrático Emérito de Arte e investigador, lleva nueve años investigando la historia de la misteriosa mujer. "La marquesa de Arnuossa era una señora particular, llamada Teresa Álvarez Herreros de Tejada, que no tenía título nobiliario alguno. Es un personaje realmente misterioso, porque, por ejemplo, no conocemos ninguna fotografía suya", señala Colorado.

Para el Catedrático Emérito de Arte, "la marquesa de Arnuossa no es sino un ejemplo más de las múltiples tropelías, saqueos, robos y desvíos que se produjeron en este período". La firma de la falsa marquesa aparece en otros documentos de la época. Se lleva abanicos, muebles, candelabros, platos de porcelana, un reloj de bronce Luis XV, cuberterías y vajillas.  En otra ocasión, se hace con un ajedrez de marfil, un piano de cola, y contabilizamos hasta 20 lienzos, incluidos dos cuadros de El Greco.

Así, la misteriosa mujer llegó a acumular prácticamente 400 piezas, de las cuales una parte importante eran pintura. Además de pinturas de alta calidad, llega incluso a apoderarse de una supuesta pintura de Goya. Equipo de Investigación sigue el rastro de estos bienes. A un edificio de Madrid enviaron más de una veintena de objetos de valor, entre ellos, un reloj de bronce, candelabros de plata, un tapiz y más de 11 lienzos.  Está documentado que la falsa marquesa entregó sus obras hasta en cuatro direcciones diferentes, aunque podrían ser muchas más. No hay constancia de cuál es el primer destino del tríptico que reclama la nieta del embajador desde Bruselas.