Hoy hablamos de la industria armamentística, un negocio que cada año genera miles de millones de euros. En 2018, el presupuesto militar en todo el mundo superó los 1,6 billones de euros. Los países que más gastan en armamento son China, Arabia Saudí, India, Francia y, sobre todo, EEUU.
¿Qué pasa con España? ¿Creéis que la única arma mortífera que exportamos son cantantes de Eurovisión? Desde 2004, las exportaciones españolas de material de defensa han subido más de un 1000%. Y en 2017 nuestro país batió su récord vendiendo armamento por valor de 4.300 millones de euros. Esto ha convertido en España en la séptima industria armamentística del mundo y a las armas españolas en las nuevas tiendas Zara: no hay país que no tenga una.
Vendemos armas a Reino Unido, Francia, Alemania, EEUU, Brasil, Malí, Honduras, Filipinas, Kazajistán , Túnez, Camerún, Colombia, Vietnam, Irak, Pakistán, Tailandia, Ucrania, Kenia, Ghana, Perú, Jordania, Marruecos, Nicaragua y Catar.
¿Cómo es posible que granadas y pistolas viajen con tanta facilidad? ¿No hay ningún control sobre la venta de armas? En teoría sí. El tratado de la ONU sobre el comercio de armas prohíbe la venta a países que cometan crímenes de lesa humanidad o ataques contra civiles. Pero no lo cumplimos, sino más bien lo contrario.
España, como la mayoría de países, vende armas a países en conflicto y que violan los derechos humanos, por ejemplo, a Arabia Saudí, que es uno de nuestros mejores clientes. Entre 2015 y 2018 le vendimos armamento por valor de más de 1.100 millones de euros. La única bomba que nos falta por mandar es la de King África.
Hay constancia de que todas estas armas se utilizan en la guerra contra Yemen, un conflicto en el que han muerto más de 10.000 civiles y ha provocado tres millones y medio de desplazados, convirtiéndose en la mayor crisis humanitaria del mundo.
Debido a la presión mediática e internacional, en 2018, la entonces ministra de Defensa anunció la cancelación de venta de 400 bombas a este país, una decisión que justo duró hasta que Arabia Saudí amenazó con cancelar un contrato millonario. En ese momento, el Gobierno español reactivó la venta de armas.
La industria armamentística es una de las más opacas, por lo que no podemos saber para qué se utilizan las armas que vendemos. Así, la industria es como Las Vegas: ingresa dinero 24 horas y lo que pasa allí se queda allí.
¿Por qué nadie pone coto a esta opacidad de la industria armamentística? Primero, por sus enormes beneficios, y segundo, por sus estrechas relaciones políticas. Históricamente, las empresas militares han fichado a altos cargos del Ministerio de Defensa, como Carlos Villar o Pedro Morenés.
La industria de las armas es tan lucrativa como cuestionable y opaca. Esto no debería ser así. Los ciudadanos tenemos a saber en qué se emplea nuestro dinero, sobre todo si se usa para matar civiles. Si se niegan a hacerlo nos obligarán a usar nuestra mejor arma para saber la verdad: Conchita la del polígrafo.
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