En 'Mujer tenía que ser', Colita cuenta a Sandra Sabatés que empezó a trabajar de fotógrafa a principios de los años 60 en una España que tenía "color de paloma sucia".

"Era una España triste, atrasada, incauta, bajo una dictadura férrea y fascista, pero sin embargo siempre hay una minoría que lucha contra estoy y que lucha para mantener la alegría". Un grupo al que pertenece Colita en una época en la que había muy pocas mujeres que se dedicaran a la fotografía.

La mujer explica que pudo dedicarse a la fotografía gracias que a su padre le regaló una cámara y se aficionó. Empezó como eso, como una afición. Sin embargo, pasaría de un hobby a una profesión a la que no le fue difícil dedicarse. "Siempre me he rodeado de buenas personas, amigos y profesionales", asegura.

Algunas de sus fotografías la llevaron a pasar por comisaría, algo que, como la propia Colita afirma, "fue muy divertido". "Llamé a las hermanas Núñez que hacían de modelo para mí en aquella época y una amiga les hizo los primeros tangas de la historia". "Quedó muy divertido, pero muy provocador, esto lo hacer ahora y vas a la cárcel", afirma.

Llegó incluso a colarse en el entierro de Franco. Solita recuerda que la llamaron a Francia comunicándole que el dictador había muerto. Con una gabardina con la bandera de España y haciendo el saludo fascista, Colita consiguió inmortalizar el momento disfrazada. "Me pasé por donde me dio la gana y por donde quise".

Sobre el movimiento feminista actual , la fotógrafa asegura que lo está viviendo con una "gran alegría". Colita, que dirigió el departamento de fotografía de Vindicación Feminista -la primera revista feminista de nuestro país- señala que está viviendo este impulso con "ilusión" de ver que "la gente joven se involucra, sale a la calle, exige y se empiedra".

De todas sus fotografías se queda con el retrato de Orson Welles y la foto de Carmen Amaya porque "comunica con el fotógrafo de una forma evidente y muy bonita y que llena de satisfacción".

A pesar de que cuenta con múltiples premios y reconocimientos, en 2014, rechazó el Premio Nacional de Fotografía por su oposición a la política cultural y educativa del entonces ministro José Ignacio Wert. "No quería una foto con él, es la anticultura", señala.