200 kilómetros. Esa es la longitud que resta para terminar el Midcat, el gasoducto que iba a conectar España y Francia pero que fue paralizado en 2019 por la apuesta por las energías renovables de Francia. Ahora, con la amenaza de que Rusia corte el suministro energético, Alemania ha apostado por una mayor interconexión con la Península ibérica y ha resucitado el proyecto.

En su momento se planteó como una extensión del gasoducto Medgaz, que conecta nuestro país con el norte de África, hasta Hostalric (Girona), conectando con la localidad francesa de Barbaira al otro lado de los Pirineos. Quedan por construir 227 kilómetros de tuberías, unos 440 millones de euros de inversión. En el lado español solo quedan 107 kilómetros de tuberías, lo que se podría construir en ocho o nueve meses.

Según Salvador Sedó, del departamento de desarrollo sostenible de Foment del Treball, este proyecto es "vital" para la independencia energética de los Veintisiete. "España puede convertirse en el hub gasístico del sur de Europa", sostiene. "Con esta conexión se puede dotar de gas a otras partes de Europa porque conectamos con una estación bombeadora en el sur de Europa", dice.