El frío ha llegado y, con él, un solidario gesto que poco a poco va instalándose en algunas ciudades. Los árboles de los parques empiezan a estar ataviados con bufandas que no son para ellos, ni están perdidas.
Tienen un fin muy especial y es ayudar a todo aquel que lo necesite a protegerse un poco mejor del frío. Algunos vecinos las compran, otros las tejen y otros aprovechan alguna que no usen. Lo importante es que estén disponibles para quien más lo necesite.
Además, las bufandas no son dejadas al azar en la calle: suelen ir acompañadas de una etiqueta que explica su origen y finalidad para que todo el mundo lo sepa, lo respete y las use si las necesita. "¡No estoy perdida! Por favor, llévame contigo si tienes frío, te mantendré caliente", dicen.
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