La viuda e hijas de un hombre de 74 años fallecido en octubre de 2016 por múltiples dentelladas de seis perros peligrosos en Pinoso (Alicante) han asegurado que esos animales habían protagonizado varios ataques los meses anteriores sin que los dueños ni las autoridades pusieran medios para evitar que se repitiera.
Así lo han puesto de manifiesto en la primera de las dos jornadas del juicio en el juzgado de Lo Penal número 7 de Alicante contra los dos propietarios de los seis perros cruce de American Stanford y Boxer.
La acusación particular y la fiscalía piden 15 años de cárcel y 2 años y 3 meses respectivamente para ambos por homicidio al creer que incumplían las normas de seguridad al no llevar bozal, no evitar que los animales salieran solos a la calle y carecer de licencia para tener ese tipo de razas.
La viuda de la víctima mortal, José S.P., ha explicado al juez que su marido fue atacado por los seis perros a las puertas de su casa en la pedanía El Faldar de Pinoso cuando volvía de caminar por el campo y que sobre ella misma se dirigieron dos animales pero que tuvo el tiempo justo de resguardarse dentro de su domicilio.
No así su marido, que fue embestido y recibió múltiples mordeduras por todo el cuerpo que le causaron la muerte unos días después en el hospital de Elda, donde los médicos le explicaron que el fallecimiento era a consecuencia de las heridas. La viuda ha sostenido que los perros atacaron con gran violencia y que arrastraron unos 20 metros a su marido, cuyas heridas eran de tal gravedad ("estaba en carne viva") que durante los días en que estuvo ingresado antes de fallecer "ni hablaba ni conocía a nadie".
Al igual que las tres hijas, la viuda de José S.P. ha manifestado que unos días antes dos de los seis perros habían mordido a otro vecino, Ginés; y que dos meses antes lo habían intentado hacer a la pareja de éste último, Maricarmen, que solo se salvó porque logró meterse en el coche mientras que los animales también habían tenido una violenta pelea entre ellos.
Según su versión, los perros no estaban atados y salían de la finca "cuando y por donde querían" debido a que la valla estaba deteriorada por varios lugares y no era reparada pese a que los dueños eran conocedores del peligro.
El vecino mordido, Ginés, que es cónyuge de una prima hermana del padre del acusado, ha confirmado que fue atacado unos días antes pero ha asegurado no recordar si fueron los mismos perros de su familiar u otros que pudiera haber por allí, y tampoco guarda en la memoria si fue atendido en un primer momento de las heridas por la viuda y su marido (atacado días después), como ésta sí asegura.
Su pareja, Maricarmen, ha relatado que los perros de su familiar le "intentaron" morder una mañana que se dirigía a comprar pero que pudo refugiarse en su coche. J.D.P.M. y S.G.A. han mantenido en sus declaraciones que aunque en la cartilla de canes dice que los perros son cruce de Boxer y American Stanford, en realidad no son de ésta última raza sino que tienen "un ligero parentesco", por lo que desconocían que fueran peligrosos.
También han coincidido en que nadie les había dicho antes que había que contratar un seguro específico por la peligrosidad ni expedir una licencia específica, y han negado ataques anteriores.
Según sus versiones, en el momento del suceso J.D.P.M. había entrado a la casa para sacar unos cafés a la terraza y durante esos "20 o 30 segundos" que tardó, los perros salieron del recinto por una zona de la valla que un desconocido había roto.
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