También han sido días de duro trabajo y tensión para los bomberos extremeños. En casa, los familiares que les esperaban han tenido una espera interminable. "Las tres noches más largas de mi vida", declara un familiar de un bombero que ha trabajado sofocado el incendio.
Para todos ellos volver a sus casas y a sus tierras, ha supuesto un enfrentamiento a la realidad, a la desolación. Hay grupos de vecinos que lo han perdido prácticamente todo. "Este panorama es el sustento de mi vida", comenta preocupado un propietario.
Muchos de ellos, ganaderos, ven como el fuego se ha llevado por delante años de trabajo y esfuerzo. Unas pérdidas, que aseguran, son difíciles de recuperar. "Es una impotencia, toda una vida trabajando para nada, para perderlo todo en un momento, en un segundo", dice resignado un propietario afectado.
"No solo es el dinero, es el dolor sentimental que tenemos, preferiría que estuvieran los animales vivos que la cantidad de dinero que me supone", comenta un ganadero al ver sus pertenencias.
El color gris sepulta ahora lo que hasta el pasado jueves, cuando comenzó el incendio, era un espacio protegido, verde. Dicen que la Sierra de Gata, tardará en volver a ser lo que era. Han sido más de 7.000 hectáreas de monte reducidas a ceniza. Es momento ahora de mirar hacia el futuro y volver a la normalidad, o, al menos, de intentarlo.