Miguel es una de las primeras personas que conocemos en la Feria Sénior que tuvo lugar el 16 y el 17 de febrero en el WiZink Center, en Madrid. Nada más saludarle con un clásico "¡Buenos días! ¿puedo hacerle una pregunta?"... protesta: "Ya me has puesto la etiqueta: "abuelito". Puedes escucharlo en este vídeo de laSexta Noticias. Él no sabe que precisamente le íbamos a preguntar sobre ese edadismo en el lenguaje.

A Miguel, de "taitantos" años, le ha sonado edadista la manera de dirigirnos a él de 'usted'. En otro momento de su vida, le habría parecido simplemente lo que intentaba ser una muestra de educación, pero acostumbrado a ser juzgado por su edad y por las palabras, ha saltado como un resorte. Y es que el lenguaje y las costumbres están llenos de puñales con los que ahondamos la discriminación. "El edadismo es una etiqueta, porque aún podemos emprender, cambiar de opinión, incluso enamorarnos", señala.

A Pilar, de 77 años, no se refieren a ella como "abuelita", pero sí como "abuela", por ejemplo, cuando va al médico. "No soy su abuela. Debajo de estas canas tengo un cerebro que funciona perfectamente", defiende. Además, nos cuenta que no le preocupa la edad, sino la actitud, y manifiesta que no le parece un piropo que le digan que está muy bien para su edad: "También de Tutankamón pensamos que está muy bien para su edad, que está conservadito".

Tras esto, hay un sentimiento de rechazo a ser eternamente juzgados por sus años. Para Eduardo Molet, organizador de la Feria Sénior y experto inmobiliario, es obvio "que está muy bien". Sin embargo, hay otra pregunta que representa en su experiencia el edadismo: cuando le preguntan a sus 70 años... ¿ya te has jubilado? "Pues no, y trabajaré hasta que me dé la gana", responde él cuando le preguntan.

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En el ránking de las expresiones que molestan están todos esos diminutivos o 'buenismos' que suponen condescendencia en el lenguaje. A Milagros, de 69 años, le sangran los oídos cada vez que escucha una de estas expresiones porque siente "que infantilizan, que es hablar como a un niño a una persona que no lo es".

Mari Ángeles, de 66 años, se siente con el máximo poder para luchar por una sociedad más igualitaria. Y a ella lo que le pone triste es que sus familiares le corten cuando habla, acusándola de enrollarse, de contar batallitas: "Cuando nos empiezan a decir: al grano, te estás enrollando, ya estás con tus batallitas... Que nos dejen hablar, que nos tengan en cuenta porque aún tenemos mucho por lo que luchar", reclama.

Pero la palabra más cruel y edadista nos la da Isabel, de 74 años. Y nos pone frente al espejo. Porque ella se siente discriminada cuando nosotros, en la tele, contamos noticias de personas de 70 años refiriéndonos a ellas como "ancianos". Ella nos recuerda: "Mayores, sí; ancianos, no. No puede ser. Nuestra generación tiene muchos años de vida", expresa. Desde aquí, Isabel, nuestro compromiso de no volver a hacerlo.