El proyecto 'Geoviolencia sexual', impulsado por Feminicidio.net para documentar estos casos de violaciones múltiples sobre los que no hay estadísticas oficiales, cifra en 104 las agresiones múltiples perpetradas desde 2016 hasta marzo de 2019: 17 en 2016, 14 en 2017, 59 en 2018 y 14 en los tres primeros meses de 2019.
Sin embargo, desde entonces han trascendido varios casos más: una violación de tres hombres a una mujer en Pamplona en abril, una agresión sexual de cinco hombres en una playa nudista de Cullera (Valencia), otra de cuatro turistas alemanes a una compatriota en Mallorca la semana pasada, un chico irlandés de 19 años fue violado por dos hombres en Magaluf (Mallorca), y este fin de semana, otra violación múltiple a una menor en Manresa.
Se trata de una forma de violencia sexual que la violación de La Manada en los Sanfermines de 2016 puso en el centro de la agenda feminista y mediática. Según las estadísticas de "Geoviolencia sexual" relativas a los 104 casos que han registrado, 356 agresores participaron en los 104 casos de agresiones sexuales múltiples, si bien en cinco de ellas se desconoce el número de hombres que las perpetraron.
El 62,5% de las agresiones fueron violaciones consumadas. Uno de cada cuatro agresores era menor de edad cuando integró la violación grupal, mientras que una de cada tres víctimas eran menores. Además, los agresores tomaron imágenes o vídeos de la víctima mientras era vejada en el 13,5% de estos casos.
Hace escasas fechas, el Tribunal Supremo hizo pública la sentencia con la que condenaba a los miembros de La Manada de los Sanfermines a 15 años de cárcel por un delito continuado de agresión sexual. El texto fijaba doctrina y establecía que este caso se trataba de una violación y no de un abuso sexual al producirse intimidación ambiental sobre la víctima.
"En estos casos el efecto intimidatorio puede producirse por la simple presencia o concurrencia de varias personas, distintas del que consuma materialmente la violación, ya que la existencia del grupo puede producir en la persona agredida un estado de intimidación ambiental", estimó el alto tribunal.
La vicepresidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, Altamira Gonzalo, espera que la doctrina del Supremo "tenga efectos disuasorios" para que no haya nuevos casos de violaciones grupales. "La importancia de la sentencia del Tribunal Supremo radica en que aprecia la existencia de intimidación ambiental y por tanto se trata de una violación y no de abusos sexuales", ha destacado.
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