El Gobierno tratará con la Orden Hospitalaria San Juan de Dios, a la que pertenece el sacerdote, cómo se gestionan los gastos de la repatriación pero, en ningún caso, esta institución tendrá que costear las prestaciones sanitarias que están recibiendo tanto el religioso como la monja de origen guineano y pasaporte español Juliana Bonoha Bohé en el hospital Carlos III de Madrid.
El Ejecutivo pretende "sentarse a hablar" con los responsables de la institución para iniciar las gestiones sobre los gastos de la repatriación, concretamente del avión medicalizado en que se transportó a los dos religiosos, y para informarse de qué tipo de seguro o mutualización tiene con sus cooperantes fuera de España.
Hasta el momento, y a la espera de que se celebren las conversaciones, la Administración ha asumido todos los costes del traslado a petición del afectado y de su congregación. Por su parte, la ONG de San Juan Ciudad ha dicho en una rueda de prensa que asumiran "los gastos que haya que asumir, pero no hemos recibido ningún requerimiento" por parte de Sanidad o del Gobierno.
Cuando se cumplen 24 horas desde su llegada a Madrid, según el último parte médico, el religioso, de 75 años y natural de La Iglesuela (Toledo), se encontraba en buen estado, estable y febril, con respiración espontánea y sin hemorragias.
La hermana Juliana, que dio negativo en la prueba del ébola, presenta "muy buen estado general", aunque tiene fiebres tifoideas. El jefe de medicina Intensiva de La Paz-Carlos III, Abelardo García, ha informado de que los dos pacientes se encuentran en la planta sexta del centro, completamente aislados, asistidos y controlados por dos médicos internistas e intensivistas -expertos en enfermedades tropicales-, cuatro enfermeras y cuatro auxiliares por turno, y el correspondiente personal de apoyo (radiólogos, biólogos, personal de laboratorio, de seguridad, etcétera).
Ha señalado que la planta donde están los dos pacientes está sometida a fuertes controles de salida y entrada y los médicos y el personal sanitario que les atienden directamente visten trajes de protección completa para "evitar contacto con cualquier fluido o secreción" de los pacientes, el riesgo más grande de contagio.
Trajes, material sanitario y en general cualquier objeto o elemento con el que se atienda al sacerdote o a la religiosa son incinerados inmediatamente después de su uso, de acuerdo con el protocolo internacional para estos casos que elimina cualquier posibilidad de contagio si se cumple adecuadamente.