Rosario Porto ha confesado que la ruptura con su marido fue difícil, porque la relación no funcionaba pero, aún así, ella era más partidaria de ponerle fin que él, que "al principio no reaccionó bien". Además, ha contado que había una tercera persona, por parte de ella, pero que no fue el "detonante de nada", a pesar de que Alfonso Basterra se enterase de que estaba con otro, y que esto solo tuvo importancia cuando Rosario se puso enferma y su en otro momento cónyuge se ofreció a cuidarla, pero si ella se mantenía soltera, sin nadie.
Tampoco esto le pareció extraño, porque "unos cedemos en una cosa y otros, en otras", ha relatado, y ha comentado que en esa situación dependía de Alfonso, porque no se valía por sí sola, y necesitaba apoyo y poner de su parte con el objeto de no enfrentarse al consumo de antidepresivos.
En la actualidad, lleva dos años medicada por este estado anímico y, según ha enumerado, no puede tomar el sol, tampoco beber y fumar, y se ha convencido, merced a sus reacciones, de que la medicina preventiva le da muchísimo "mejor resultado que la sintomática".
Desde que en junio de 2013 tuvo un ingreso hospitalario, meses antes de la muerte de Asunta, hallada sin vida el 22 de septiembre de ese año en una pista forestal de Teo (A Coruña), Rosario Porto nunca ha vuelto a encontrarse bien, pero desde el inicio de este problema, y mientras pudo, antes de su ingreso en prisión, tuvo el apoyo "de la señora que le ayudaba en casa, de la madrina de Asunta y de Alfonso Basterra".
El apoyo de éste lo ha explicado: "Yo no conozco rupturas pacíficas, en un primer momento no fue pacífica", ha afirmado, y consultada por si Alfonso se comportó como un energúmeno, ha respondido que "un poco sí", e incluso que ella tuvo miedo, porque a veces las personas "nos descontrolamos, actuamos de forma inadecuada" y "en ocasiones discutimos y perdemos el control".
No obstante, ha detallado que, a su hija, Alfonso Basterra le daba "lo mejor de sí", y ha matizado que "a veces de forma equivocada, pero todos los padres tienen formas distintas, a él podían parecerle correctas cosas que a mí no. Me estoy refiriendo a comprarle una piruleta o no en un momento determinado".
Sobre la gestión económica y acerca de cómo hacían con el dinero, ha dicho Porto que "nunca entramos en miserias de tuyo y mío", con lo que vivían del trabajo de Alfonso Basterra cuando lo tenía y del suyo propio, "que ingresaba por otras cosas", no por el ejercicio de la abogacía, porque ya antes del fallecimiento de su padre, abogado, que le "costó muchísimo encajar", decidió no seguir con esta profesión "por motivos personales que no vienen al caso".
De Asunta ha asegurado que era una niña de altas capacidades, con muchas actividades fuera de su horario escolar, algo intrínseco a esta condición, ha mencionado, y ha narrado que le encantaba que su hija le consumiese toda la energía, a pesar de que "tienes que estar preparada para que una niña con doce años te dijese que Obama no se merecía el Nobel de la Paz".
A la cuestión de si había un pacto para el cuidado de la pequeña, Rosario Porto se ha puesto nerviosa con la palabra "pacto", máxime "después de todo lo oído en los últimos tiempos" en lo relativo a un plan conjunto para que la cría a la que habían adoptado falleciese asfixiada.
En lo referente a la supuesta alergia de la víctima, ha precisado que en realidad era "rinitis alérgica estacional, que no es lo mismo que ser alérgica". Rosario Porto ha llorado con más ímpetu en dos ocasiones, en el momento en que salió a colación la separación y cuando se trató en la sala, precisamente, el tema de esta dolencia que padecería la menor.
Los padres de Asunta, la abogada Rosario Porto y el periodista Alfonso Basterra, internos en el penal coruñés de Teixeiro desde hace más de dos años, son los únicos acusados de esta muerte violenta y, en el juicio que se celebra en Santiago, la primera de los dos en declarar es ella.
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