La playa de Baroña, en A Coruña es una playa nudista. Esta práctica es cada vez menos libre, porque los bañadores invaden sus calas, pero también porque el apoyo de los ayuntamientos es cada vez menor.
"Otros intereses tendrá el Gobierno, pero con la cantidad de playas que hay y la gente que no se mete con nadie, pues tampoco veo normal que pongan sanciones. Supongo que la gente a algún sitio tendrán que ir igual", opina un señor.
Los nudistas se defienden, porque la ley ampara esta práctica en cualquier playa. Aunque la mirada furtiva de algunos espectadores perturba su acostumbrada tranquilidad.
"Puede llegar gente que te hace sospechar que viene a las playas nudistas a mirar, a comentar, un poco a ver el circo, el espectáculo", dice un bañista gallego.
"A mi no me gusta que mis nietos lo vean. No es un espectáculo agradable", se queja otro hombre.
La playa de Castro de Baroña, en Porto do Son, es pionera. En los 70 los alemanes prácticaban allí el nudismo y en los 80 intentó erradicarse.
Pero por ahora, los espacios naturistas no sólo no desaparecen sino que se multiplican. A día de hoy, casi un 20% de las playas gallegas están autorizadas para el nudismo. Y es que para muchos, esto es más que una forma cómoda de tomar el sol.
"A través del naturismo le estás enseñando a los niños a respetar la naturaleza", dice un chica. Aunque la ley lo permite, es casi imposible pasearse al desnudo en otro tipo de playas.