Axel tiene 12 años y estudia primero de la ESO, pero necesita ayuda en su día a día en el aula. Sufre una enfermedad degenerativa que le obliga a ir en silla de ruedas. Hasta este curso ha tenido un educador pero este año llevan un mes de clases y sigue esperando.

Es su madre quién acude al centro a diario. “Vengo a la hora del patio, lo llevo al baño,  lo visto lo presento en clase y me voy”, explica su madre. Tienen reconocida una discapacidad del 75% y la ayuda de una tercera persona, pero de momento no llega.

Le han prometido una solución temporal: contar con un educador de otro centro que se desplace dos horas al día para ayudarlo pero dice su madre insiste en que no es suficiente. Denuncia además que ni siquiera han adaptado el material básico para Axel, pero juntos luchan para conseguir su sueño y exigen que se cumplan sus derechos.