Los deepfakes cada vez son más convincentes. Es más, pueden suplantar la identidad de alguien en una videollamada. Algunos creadores de contenidos ya lo han hecho. Desde sus casas y en directo simulan que son Nicolas Cage o el mismísimo Jim Carrey.

La última en sufrirlo ha sido Rosalía, después de que un rapero publicara fotos suyas en las que aparecía, supuestamente, desnuda. Pero este hecho no solo afecta a los famosos. Cada vez hay más personas anónimas que son víctimas de esta lacra digital. El analista de ciberseguridad Marc Rivero habla de fraude, compra de criptomonedas y suscripción a servicios premium.

De hecho, cualquiera puede pagar para manipular una imagen. "La creación de estos vídeos oscila entre los 300 y 20.000 euros por minuto", cifra el experto de Kapersky, compañía dedicada a la seguridad informática. Pero el coste varía dependiendo de la complejidad de la suplantación. Ya no solo se manipula la imagen. Ahora también se puede suplantar la voz.

Es tal el crecimiento que la demanda de las 'deepfakes' que es mayor que la propia oferta. Aunque no se le pueden poner puertas al campo sí que podemos usar herramientas para verificarlas. Los cambios bruscos de luz, en los tonos de piel o parpadeos de ojos inusuales son algunas de ella.

En este contexto, las 'deepfakes' pueden asociarse a un mal uso. Aunque no siempre es así. Unos especialistas han usado esta práctica para devolverle digitalmente a la vida a un joven que murió hace 19 años y dar así con los culpables del suceso.