Guillermina usó una de las pastillas que les recetan a las personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) para preparar un examen. Le habló de ello un amigo y la consiguió a través de una compañera, diagnosticada de TDAH. Utilizó una dosis muy baja, pero afirma que rápidamente notó los efectos. "Fue sentarme y estar completamente concentrada. Sentía mucho menos las distracciones", relata.

"Era raro... A veces, a mí me pasa cuando estudio que conecto, de repente, con otro hilo de pensamiento. Pero era como que venía una idea y la dejaba pasar, y seguía con lo que estaba estudiando", cuenta esta estudiante de Literatura Comparada en una universidad madrileña. Usó este medicamento porque se tenía que preparar un examen de recuperacióny "no podía suspender": "Soy extranjera y la matrícula me sale bastante cara", añade.

Javier, que estudia Educación Infantil, está diagnosticado de TDAH desde los siete años y hay compañeros de la universidad que le han pedido pastillas. "Te escuchan, ven tu realidad, ven que has tenido problemas y que te los diagnostican, y que te ha venido bien ese medicamento para estudiar. Entonces ellos también quieren probarlo, pero yo paso, porque si a mí me ha costado controlarlo, imagínate a otra persona sin seguimiento médico", explica.

A Carla le ha pasado una situación parecida: "Te dicen que las necesitan, que ya nos les vale el Red Bull y que necesitan algo para estar más activos. Pero yo no, me niego, es algo que va con receta y puede provocarte hasta taquicardias. Te lees el prospecto y las contraindicaciones son muchísimas", destaca.

En carreras como Telecomunicaciones o Derecho hay universitarios que nos comentan que se usa. "He visto a algunos estar cuatro horas sin levantar el boli del papel. Pero una vez que se acaba el efecto, me dicen que es un cansancio mental brutal", nos relata Ernesto, estudiante de Teleco. "Las consiguen a través de compañeros diagnosticados que se las venden por poco dinero, les hacen precio de amigo", apostilla.

Y es que acceder a este tipo de pastillas, que solo se venden con recta, parece sencillo. "A mí me las han ofrecido en clase, en la biblioteca, en la cafetería... Y te dicen que si necesitas una ayuda, te pueden pasar una... Pero siempre con buena intención", indica Íker, estudiante de Derecho.

Este buen rollo puede derivar en un problema de salud, según advierte Víctor Navalón, psiquiatra del Hospital Vithas 9 de octubre de Valencia. "Para problema cardíacos este tipo de pastillas estarían contraindicadas. Gente que no sabe que los tiene, podría ponerse en mucho riesgo. O para gente con riesgo de padecer glaucoma", incide. Por eso, aconseja hincar durante más tiempo los codos y no optar por atajos poco saludables e ilegales.