Isabel Cirera, jefa de Urgencias en Hospital del Mar, acababa de llegar a casa tras un largo turno en el Hospital cuando escuchó la noticia. "Me despedí de mi familia, les conté lo que estaba pasando y me volví para Barcelona", explica.

Entonces, comenzaron a llegar las víctimas. En total, 22 personas fueron atendidas en los boxes del Hospital del Mar. "Las lesiones, básicamente, eran traumatismos craneoencefálicos y torácicos y fracturas de miembros", señala Isabel.

Pero todo se complica cuando son niños. "Ver a esas criaturas con una mirada perdida porque no sabían qué pasaba, en situación de shock, hacen que todavía me emocione", añade esta médico.

Y ese horror, aquel día, para Rosa Balaguer, jefa de Enfermería en la UCI de Hosptal del Mar, tenía un olor distinto. "Era un olor raro, una mezcla de olor de sangre y de terror", asegura.

Porque las heridas físicas sanan, pero quedan las secuelas. "Cerraba los ojos y veía todas esas imágenes", indica esta enfermera.

Para ayudarles a ellos y a todos los afectados estuvieron psicólogos como Marc y Lourdes. "La gente te llama llorando diciendo "salí corriendo, siento vergüenza porque no ayudé", eso es un estado de shock y no les deja avanzar", explica Marc Rodríguez, psicólogo de Urgencias y Emergencias de Barcelona.

"Una paciente me dijo algo que me impactó: yo pensé que sabía lo que era el miedo, pero no lo sabía", añade Lourdes Fernández, psicóloga especialista en Emergencias.

Un sentimiento de culpa que es muy común entre los supervivientes. "Es una tragedia, no hay que minimizarlo. Hay que hacer entender a esa persona que ha sufrido una pérdida y que no es el culpable, sino que la culpa la tiene el terrorista", indica Marc.

"Tienden a sentirse incomprendidos porque el resto de personas no entienden lo que les está pasando ni cómo se están sintiendo", explica Lourdes.

Porque aquel 17 de agosto les marcó a todos para siempre.