Muchas mujeres se han sentido libres para contar sus duras experiencias. Mujeres como Bel. Su tío abusó de ella durante tanto tiempo que ya no recuerda cuándo empezó. También Vale ha relatado su caso: tenía 16 años cuando, ebria, la llevaron a una habitación, la fotografiaron y le hicieron cosas que ella no pudo consentir. Mujeres que han sido manoseadas con diez años o violadas por profesores durante dos años.
Las mujeres han dejado de callarse, a la vez. Si tú lo cuentas, yo también me atrevo. "Significa que no tenemos miedo", destaca María Martín, presidenta de la Asociación de Mujeres 'La Volaera'. Es el objetivo de '#Cuéntalo', un '#metoo' a la española que ha dado la vuelta al mundo. "No es que no haya existido nunca. La diferencia está en que ahora se está visibilizando", explica Sonia Lagoa, presidenta de 'Mujeres por la igualdad'.
Casos de agresión sexual, de violación, de miedo, como el que te lleva a sujetar las llaves de casa como una suerte de arma para defenderse. "Lo que ocurre en las redes sociales no es algo episódico. Vivimos en una sociedad digital y a veces es más indicativo que quizá las propias cifras que nos puedan dar a nivel estadístico algunos organismos institucionales", apunta Clara Guilló, miembro de la Comisión de Igualdad del Colegio de Sociólogos.
Desde el punto de vista sociológico, al sumar todos los casos narrados en redes, las experiencias individuales han cobrado una dimensión global que demuestran que la violencia contra las mujeres forma parte de lo cotidiano. "Podríamos conseguir un cambio legislativo, lo cual es interesante desde la perspectiva de la sociología jurídica", añade Guilló. El movimiento trae la inercia de la fuerza de los cientos de miles de mujeres que salieron a la calle el 8 de marzo, de las que han salido a protestar por la sentencia de la manada. Para concienciar de que solo hay una causa de violación.
Violencia machista
Investigan por qué no avisó la pulsera telemática del asesino machista de Mallorca
¿Qué falló? El presunto asesino, ahora detenido, tenía una orden de alejamiento y una pulsera telemática, que sin embargo no se activó cuando vulneró la prohibición de acercarse a la víctima. Ahora se investiga por qué.