El cacao es uno de los productos que cultiva Costa de Marfil. Allí, la pobreza es crónica. Los niños manipulan machetes y todo tipo de instrumentos afilados para cultivar un cacao que nunca ha probado convertido en chocolatina. Gaston y sus hermanos son el ejemplo de ello.

Estaban tan exhaustos con esta labor que lo cambiaron por la ganadería. Ahora consiguen, al menos, respirar. Pero ellos son la excepción. La norma, por el contrario, es la pobreza de quienes sostienen bajo sus hombros un negocio millonario.

El aceite de palma tiene su 'sede' en Honduras. Allí hay 700.000 hectáreas protegidas arrasadas; hectáreas borradas del mapa a un ritmo vertiginoso. El cultivo del aceite de palma se ha disparado en América latina. En Honduras se ha duplicado.

Los nuevos agricultores quieren subirse al tren del dolar, aunque sea a costa de las joyas ecológicas. 'eldiario.es' ha documentado algunos de estos casos. "El agricultor tiene su plantación sembrada en una área protegida, y él dice que le da igual. Dice que vive mucho mejor que antes y por eso lo está plantando", cuenta a laSexta Raúl Sánchez, periodista de 'eldiario.es'.

Otro de los grandes productos con polémico cultivo: el azúcar, entre la explotación y los paraísos fiscales. En países como Guatemala, Paraguay o Haití, el cultivo de la caña se paga a precio de esclavo, pero sus suculentos beneficios son opacos. Un fraude que arrampla con todos los derechos, y una injusticia que podríamos dejar de alimentar porque en España se cultiva.