David salió hace tres semanas de prisión, donde cumplió condena por apuñalar a un miembro de una banda rival. "A mí me cambió la cárcel", declara: "Allí pensé lo que había hecho bien y lo que había hecho mal. Piensas que puedes ser DDP, Trinitario, Latin Kings, pero que por unos colores no te puedes pelear con nadie", concluía, porque dice que ahora busca el respeto a través de la palabra y no de la violencia.

 

Las bandas latinas están tan implantadas que ha generado su propia cultura, y hay grupos de rap y trap que describen la vida del pandillero. Cantantes que estuvieron en las bandas, pero que gracias a la música consiguieron salir.

Yeison VF, expandillero, aseguraba que incluso al comienzo de entrar en la música seguía delinquiendo, hasta que las personas que le rodeaban en la música fueron aconsejándole "para que estuviera tranquilo" y ahora, asegura, ha dejado la delincuencia. "Yo he tenido problemas de que me hayan disparado y de todo", ha explicado.

 

Los pandilleros utilizan grupos de Instagram para encontrar a miembros de otras bandas para pegarles. Muchos de ellos menores. Diferentes asociaciones en Madrid trabajan con ellos a pie de calle, como la Asociación Rumiñaui, cuyo presidente, Madmir Pascual, ha asegurado que "hay que llevar a los líderes hacia elementos positivos que conduzcan al grupo hacia un fin".

Todas ellas reclaman más medios para trabajar con estas bandas, para que los episodios de violencia no deriven en una guerra callejera.