Las familias de 14 niños fallecidos al sufrir graves heridas en minas del Congo consideran que Goggle, Tesla, Apple, Dell y Microsoft sabían las condiciones en las que explotaban a sus hijos para extraer el cobalto con el que ellos se enriquecen.

Las familias demandantes aseguran que sus hijos trabajaban ilegalmente en las minas propiedad de la empresa británica 'Glencore'. Ese cobalto era después vendido a Umicore, un intermediario con sede en Bruselas.

Más del 60% de la producción mundial de cobalto procede de República Democrática del Congo, uno de los países más pobres, conflictivos e inestables del mundo.

151,6 millones de niños y niñas son víctimas del trabajo infantil, casi la mitad en trabajos esclavos y peligrosos. La demanda de cobalto se ha triplicado en cinco años, y se espera que se duplique para finales de 2020.

Las condiciones en las que lo extraen niños desde tan solo cuatro años en la República Democrática del Congo son infrahumanas: a metros bajo tierra, a oscuras, en galerías angostas, precarias y asfixiantes. Picando piedra y, cuando no, cavando pozos a cielo abierto o acarreando rocas que pesan más que ellos. Siempre entre fango tóxico y metales pesados por poco más de un euro al día, con sólo uno de descanso por semana.

Y en estas condiciones son frecuentes los derrumbes y accidentes que les dejan mutilados, parapléjicos, desfigurados o muertos por aplastamiento o asfixia. Con la connivencia de las grandes tecnológicas que utilizan -necesitan- ese preciado mineral para las baterías de todos nuestros 'gadgets'.

Es lo que han demostrado varias investigaciones periodísticas internacionales y lo que alegan en su demanda a Apple, la matriz de Google, Microsoft y Dell las familias de 14 menores congoleños, seis de ellos fallecidos por derrumbes en las minas y el resto heridos muy graves.

''En lugar de intervenir y ayudar a estos menores con una parte nimia de su riqueza y poder, estas empresas no hacen nada y siguen beneficiándose del cobalto barato extraído por niños a los que les han robado la infancia, la salud y para muchos, incluso la vida'', expresan en un comunicado de 'International Rights Advocates'.

Es, aseguran, el peor caso de explotación infantil a gran escala, alimentado por la avaricia corporativa y por nuestra insaciable sed de tecnología. Aunque la empresa minera (británica) subcontratada lo niega. Y esperan que con este juicio "acabe la impunidad" ante esta forma de esclavitud infantil.