Los compañeros y padres del menor de 14 años de Jerez de la Frontera que agredió en el Instituto a varios compañeros y profesores, sabían que sufría acoso escolar. "Le hacían bullying. Él siempre venía con un túper, se lo quitaban y también la botella de agua. Le decían cosas", tal como cuenta uno de sus amigos a laSexta.
No era la primera vez que el menor sufría acoso en el aula, venía de tiempo atrás. "Por testimonios muy cercanos, sufría acoso desde primero de la E.S.O.", asegura una madre de un alumno. Lo describen como solitario, pero aseguran que no era agresivo.
Según ha contado hoy, viernes 29 de septiembre, Patricia del Pozo, Consejera de Desarrollo Educativo de la Junta de Andalucía, el joven era un alumno que nunca había tenido ningún conflicto, ni en este centro ni en el centro donde cursó sus estudios de primaria. Pero también ha explicado que no se había activado el protocolo anti acoso en este caso, porque no había sido detectado ningún episodio por parte del profesorado.
Precisamente, ése es el mayor problema para las asociaciones que trabajan para prevenir el acoso escolar, la falta de formación. "Los profesores no tienen formación en temas de acoso escolar, por tanto no es extraño que en este caso no hayan detectado ningún problema. Porque no saben detectarlo, no lo identifican. Muchas veces se nos pasan cosas o confundimos o no les damos importancia", asegura Carmen Cabestany, presidenta de la asociación NACE-No al Acoso Escolar.
Activación del protocolo anti acoso
La consejera ha explicado cómo funciona el protocolo anti acoso de la Junta de Andalucía. No es necesario que la víctima presente una denuncia. "El punto de partida es que el centro recibe algún tipo de aviso por parte de una familia, por parte de un alumno o del profesorado. En ese primer aviso al centro educativo, automáticamente activan una pestaña en Séneca (el programa por el que todos los centros están conectados), y de inmediato llega a la inspección educativa ese posible caso de acoso", explica la consejera.
El paso siguiente es que el equipo docente se reúna con el orientador del centro para analizar los datos que tengan en ese momento. Ahí se estima si se continúa o no con el protocolo. Si se sigue adelante, el equipo directivo se reúne con todas las familias afectadas y se adopta un plan de protección individual con medidas específicas.
Durante un tiempo, se haría un seguimiento, tras interponer las medidas de protección, y si al final se constata el acoso, es cuando se interponen las medidas disciplinarias oportunas. Medidas que irían de la menos grave, la expulsión del alumno del centro durante un máximo de 29 días; a la más grave, el cambio de centro educativo.
Unos protocolos que no son efectivos para Cabestany. "Los protocolos no sirven. Primero, llegan tarde porque ya se ha producido el daño, hay que trabajar desde la prevención al 100%. Los protocolos son una herramienta de intervención muy farragosa y los de todas las comunidades son muy similares. Además los centros son muy reacios a implementarlos y cuando se hace el centro es juez y parte y eso no puede ser. La inmensa mayoría salen negativos".
Otros protocolos anti acoso en países europeos
En Francia, tras varios casos de suicidios entre sus alumnos, quieren acabar con el acoso escolar de una vez por todas. Han creado un plan de acción con medidas preventivas y de acción para atajarlo. Medidas como los test de detección de acoso en las aulas o más contundentes como el cambio de colegio del acosador.
Además prevén la creación de brigadas anti acoso y medidas que pueden ser más dolorosas para los adolescentes, como retirarles el móvil y las redes sociales durante 6 meses. Un plan, según resumió el ministro de educación francés, Gabriel Attal, "para que el miedo cambie de bando".
Medidas que para los expertos tampoco terminarán de ser efectivas. "Estas medidas son fácilmente sorteables por parte de los chicos. Si les quitas el móvil pueden seguir acosando a través de un tercero. Los alumnos funcionan como una mafia y saben organizarse, saben manipular a otros para que hagan lo que ellos quieren", asegura Cabestany. Ella apuesta por trabajar desde la reconducción del agresor con medidas restaurativas y pedagógicas.
"Ve a cuidar de los más pequeños, haz un trabajo sobre las consecuencias del acoso escolar para las víctimas... algo que sea pedagógico. Lo ideal sería que nadie se tuviera que ir de un centro y que el agresor parase de actuar. Pero si alguien se tiene que ir, por supuesto que la víctima no es, eso sería una doble victimización, se tiene que ir el agresor".
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