Axel y su madre son el ejemplo de que no hay barreras en la movilización ciudadana. “Cuando más te reivindicas es cuando más caso te hacen”, afirma la madre. La semana pasada desde la Consellería de educación de la Generalitat Valenciana les confirmaban que Axel tendría un educador a jornada completa que le ayudaría en pequeños gestos como meter sus libros en la mochila o abrirle una puerta. Un gran logro después de hacer público su caso a través de internet y los medios de comunicación. “Hay que seguir porque si te rindes no vas a conseguir nada”, cuenta Axel.

Es lo que le pasó a María. A través de internet contó la historia de su padre. A Antonio, de 81 años, la Xunta le había asignado una residencia a 100 kilómetros de la que estaba su mujer, enferma de Alzheimer. Sabe que sin darle publicidad no los habría podido juntar: “Creo que si no fuera por la prensa y por los medios de comunicación no lo hubiera conseguido”. Ahora, con ambos en la misma residencia su lucha es otra. Ni comen, ni cenan juntos y su madre lo echa de menos. “Es su referencia. Ella siempre está preguntando por él. Se levanta y lo va a buscar”, cuenta María.

Son ejemplos de que a veces la política baja a pie de calle y escucha al ciudadano. Es lo que pide Cruz. En el colegio en el que estudia su hijo Gael,  que padece trastorno de espectro autista, les han reducido los docentes especialistas terapéuticos. A través de una plataforma en la red, recogen firmas para reclamar que “restituyan a los docentes y que la Xunta haga un decreto en donde se de amparo a los colegios de educación preferente”. Quieren sensibilizar a la mayor gente posible porque, dice, los gobiernos tienen que estar al servicio de las necesidades de sus ciudadanos.