El modelo turístico español está cuestionado. Cada vez son más las personas que muestran su descontento con los ruidos, masificaciones y desperfectos que genera el turismo en sus ciudades. Sin embargo, el turismo es uno de los principales sectores económicos de España, por eso urge encontrar un equilibrio.
Patricia Gray, la turista número 11 millones, fue recibida en 1964 con un ramo de flores y un cartel de bienvenida. Una imagen que contrasta con la de muchas ciudades españolas, que se han echado a las calles este verano para protestar contra la masificación del turismo. "Me parecen demasiadas personas. La ciudad va a petar", comenta una vecina de Valencia.
Una situación que ha disparado también los precios de la vivienda llegando incluso a expulsar a los residentes. "No hay nada para nosotros. Al final tendremos que irnos", afirma un ciudadano de Marbella.
El turismo es un sector clave para nuestra economía, aporta más del 10% de nuestro PIB y genera mucho empleo. Gregorio García, presidente de la Asociación de Hostelería y Turismo de Granada, es tajante: "Si no somos conscientes de que vivimos y comemos todos del turismo, mal nos va a ir". "No tenemos otra cosa. Podemos equivocarnos y matar a la gallina de oro", añade.
Para los teóricos, las protestas ponen de manifiesto que la gestión actual no funciona. Juan Ignacio Pulido, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Jaén, asegura: "Hay destinos turísticos en los que se nos ha ido de las manos". Por eso propone como medida para combatir la turismofobia: "Volver a reeducar al cliente".
Mientras tanto las plataformas y asociaciones creen que deberíamos echar el freno, como explica Jaume Pujol, portavoz de Menys Turisme Més Vide: "Deberíamos empezar a poner límites y decrecer la actividad turística, para poder diversificar la economía". Y equilibrar la balanza, como propone Daniel Pardo, miembro de la Asamblea de Barries pel Decreixement Turistic: "Generando economías justas que permitan a la gente vivir en la ciudad de manera digna".
Porque algunos consideran que se les acaban la opciones para seguir viviendo en sus casas sin renunciar a los beneficios del turismo.