María José visita la tumba de su padre Antonio. Las escrituras lo dicen: es una propiedad a perpetuidad, pero llegó la iglesia.
Llamaron a todos los propietarios diciéndoles que había que renovar los papeles. Dijeron que como los dueños habían muerto, había que poner las tumbas a nombre de sus hijos vivos. Lo vendieron como un cambio de titularidad.
Los vecinos firmaron, cómo no fiarse del cura. Pero, en realidad estaban regalándole la propiedad a la iglesia, según los vecinos. "Ya no tenía derechos de propietaria, tenía solo derecho de enterramiento", dice Maria José, una de las vecinas afectadas. Los vecinos denuncian que el que no firmaba, sufría amenazas.
La denuncia de los vecinos en laSexta Columna ha encendido los ánimos. El párroco ha reunido a los afectados para darles sus explicaciones, pero no les convencieron demasiado.
La iglesia dice que es sólo es un cambio de nombre, pero que todo seguirá funcionando igual. Los vecinos estudian ir al juzgado.