Kayleig Chapman, de 29 años, visitó al médico en Reino Unido con su hija al detectar que sufría tos y otros síntomas relacionados con un resfriado.

En el hospital, una enfermera hizo un examen a la niña y les mandó a casa asegurando que solamente tenía un virus.

Pasadas 48 horas, la madre decidió volver al hospital, al sospechar que su hija sufría algo más grave que un simple resfriado al detectar que la pequeña tenía erupciones cutáneas.

Después de realizarle varios análisis de sangre, se confirmó la triste noticia de que la niña sufre leucemia linfoblástica. Actualmente, lucha contra la enfermedad con tratamientos de quimioterapia y ha comenzado a perder su pelo.

"Es terrible que no me remitieran a un médico desde un primer momento. Entiendo que quieran dejar a los médicos para los casos más graves, pero no sé qué puede haber más grave que un cáncer", asegura la madre, que añade que le hicieron sentir como "una madre paranoica".