El sacerdote de origen español Iván Merino Pedial, perteneciente a la Orden de los Agustinos Recoletos y Vicario Parroquial de la Parroquia Santísima Trinidad, ha sido detenido e imputado por un abusar sexualmente de una niña de 12 años.

Merino, de 35 años, fue arrestado el pasado día 24 de noviembre cuando agentes de la Policía del estado Zulia detectaron un vehículo en el que el hombre se encontraba en compañía de una menor. La niña manifestó a los agentes que el párroco había abusado de ella durante los últimos tres años.

Tras su arresto, la Fiscalía del estado de Zulia le imputó un delito de abuso sexual continuado y el tribunal correspondiente ordenó su ingreso en prisión, según la prensa venezolana.

El secretario de gobernación de Zulia, Lisandro Cabello, ha señalado que los primeros resultados de la investigación arrojan que la menor fue abusada sexualmente, y que se está determinando si hay más víctimas. "Este violador, delincuente, se llevaba a la niña y la devolvía en su casa a las 11.00, 12.00 de la noche, hacía visitas constantes a la casa de habitación de la niña", ha señalado Cabello.

La Arquidiócesis de Maracaibo ha emitido un comunicado, leído por el obispo auxiliar monseñor Angel Caraballo, en el que ha anunciado que prohíben al párroco "el ejercicio del ministerio sacerdotal" en la citada Arquidiócesis.

En el comunicado, la Arquidiócesis pide perdón a los allegados de la víctima y traslada su "más firme y contundente condena a esta acción lasciva y a toda forma de abuso sexual", especialmente, aclara, "si (es) cometida por un sacerdote".

Igualmente, ha adelantado que la Orden a la que pertenece el párroco ha iniciado el proceso previsto en el Código de Derecho Canónico, en las Normas de los Delitos Más Graves y en el Protocolo establecido por la Conferencia Episcopal Venezolana para estos casos, "a fin de que se restituya la justicia, se repare el escándalo y se reforme al clérigo culpable".

"Manifestamos nuestro compromiso de velar que, situaciones como esta no se presenten en el seno de nuestra Iglesia local y hacemos nuestras las palabras: "La gente debe saber que en el sacerdocio y en la vida religiosa no hay lugar para quien podría hacer daño a los niños y a los jóvenes", concluye el comunicado, citando a Juan Pablo II.