Unos 20 gramos de albahaca empaquetados en 40 gramos de plástico o una cebolla en una bolsa que haría llorar a cualquier ecologista. Tan solitaria como un plátano o un nabo en una bandeja de poliespán. Tan sin sentido como los muestrarios de productos ecológicos envueltos en el demonio de la ecología: "El problema del plástico es que es un material que tiene una degradación muy lenta, hablamos de cientos de años" explica Jesús Pérez, de Ecologiastas en Acción.
Las judías nos las comeremos pero el plástico que las envuelve nos acompañara toda la vida: "Cuando vemos que hay sobre envasados en las tiendas hacemos una foto y la subimos a las redes sociales" explica Fernando Gómez, vivirsinplástico.com. En vez de comprar la verdura por piezas, la compramos por bandejitas. Hemos cambiado los gramos del sistema métrico decimal por los paquetitos y las unidades, por bolsas.
La obsesión por envasarlo todo, por sobreprotegerlo nos llena la cesta de la compra de plástico y eso que ya existe un material biológico, biodegradable, ecológico, 100% natural y que conserva de maravilla los alimentos: se llama cascara.
La practicidad nos lleva también a esto: mandarinas peladas en cajas de plástico para protegerlas. A las grandes frutas podemos pegarles encima el precio y ahorrar una bolsa. Otra palabra que nos tendríamos que grabar a fuego es reutilizar, como estas bolsas de más de un uso aunque, horror, también vienen envueltas en plástico.