Las drogas no consiguieron adormecer por completo a la menor española que secuestró. Fue un error del pederasta y una clave crucial para que la niña aportara datos sobre la vivienda donde abusó de ella, sus rasgos fisicos y sobre el vehículo donde la trasladó: un Toyota Yaris.
Ese vehículo fue su perdición. Sabía que estaba fichado por la Policía. por eso intentó venderlo a través de su empresa dedicada a la compraventa de coches.
Pero no fue el único error que cometió. El pederasta de Ciudad Lineal dejó restos de ADN en la prenda de una de sus víctimas, la menor de nacionalidad china secuestrada a la puerta de este comercio.
Además, en las drogas que suministraba a las menores, la Policía científica encontró restos de un medicamento específico para esquizofrénicos, que sólo se distribuye con receta médica.
El cerco se iba estrechando y las pruebas eran cada vez más evidentes para los investigadores. El cuarto de sus errores lo cometió cuando secuestró a la menor dominicana, la última de sus víctimas. Ella escuchó que hacía numerosas llamadas. Los agentes cruzaron los titulares de móviles que hicieron llamadas en esa zona y los dueños de Toyotas Yaris. La lista quedó reducida a unos pocos nombres y los agentes pudieron por fin poner rostro al pederasta.
Errores que serán claves para demostrar ante el juez si fue el responsable de cinco delitos de abusos sexuales y tres en grado de tentativa.