Esta semana la canícula ha llegado oficialmente a España. Es decir, el periodo correspondiente, a priori, a los días más cálidos del año.

Se trata de un fenómeno que se produce gracias al Sol. Resulta que, a pesar de que el astro rey ya ha bajado algo en el horizonte y los días han empezado a acortarse, la incidencia de la radiación solar sobre el hemisferio norte sigue siendo suficientemente perpendicular como para que la atmósfera siga recalentándose. De ahí el ascenso de temperaturas.

Realmente, es lo mismo que ocurre durante la segunda quincena de invierno, cuando se dan las temperaturas más bajas del año. Solo que al contrario, ya que el frío en la atmósfera se mantiene aunque la duración del día se haya incrementado sensiblemente.

¿Hasta cuándo durará la canícula?

El intervalo de tiempo que dura la canícula suele variar en función de la zona geográfica. No obstante, en el caso de España hay una fecha más o menos estable: del 15 de julio al 15 de agosto. Y lo cierto es que este año parece haber llegado justo a tiempo, debido a que, después de una ola de calor extrema, las temperaturas habían descendido a valores que están por debajo de lo habitual.

Ahora, tras varios días con ambiente realmente fresco, se irán recuperando paulatinamente las temperaturas propias para la época del año. Un ascenso que se acentuó ayer y que continuará, como mínimo, hasta el próximo domingo.

De hecho, este viernes ya se registran algunas temperaturas más altas, con hasta doce provincias en aviso por calor. Según los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) Badajoz podría alcanzar los 40ºC, mientras que el calor se extiende por otras zonas de la península: Córdoba y Sevilla (máximas de 39ºC), Jaén, Toledo y Cáceres (con 37ºC), A Coruña (34ºC), Ourense (36ºC), Huelva (35ºC de máxima), Pontevedra (34ºC), Salamanca (33ºC) y Ávila (31ºC).

¿Será una ola de calor?

¿Significa este ascenso de que la canícula sea una especie de ola de calor de un mes? Nada más lejos de la realidad. El hecho de que sea el periodo de tiempo en el que se suelen registrar los valores más altos no implica que todos y cada uno de los días vayan a ser sofocantes.

En este sentido, de momento, ni por intensidad ni por duración podemos hablar de un fenómeno de esas características. Para que esto fuera así, sería imprescindible que las temperaturas superaran el percentil 95; es decir, que se colocaran entre el 5% de las más altas jamás registradas. Y, como dictaminan los datos, mayoritariamente hablamos de percentil 90 y, en bastantes zonas, de cifras incluso inferiores.

¿Qué es peor, un día sofocante o muchos cálidos?

Esta situación nos puede llevar a hacernos la siguiente pregunta: si preferimos que el calor sea duradero pero no nos asfixie o si, por el contrario, nos decantamos por que dure poco por muy intenso que sea.

Aunque la tentación nos lleve a evitar, sea como sea, las temperaturas extremadamente altas, aunque duren pocos días; lo cierto es que los episodios de calor prolongados pueden tener también efectos perjudiciales para la salud.

En caso de que haya una ola de calor puntual. Fundamentalmente, hablamos de golpes de calor y deshidratación. Son situaciones potencialmente graves pero, generalmente, se pueden evitar con facilidad tomando ciertas precauciones con el fin de esquivar las horas de más calor del día y las exposiciones al sol prolongadas.

En caso de que el calor sea más leve, pero prolongado. Tienen que ver sobre todo con el estado físico y, aunque sus consecuencias no son tan graves, pueden hacer mella en nuestra salud mental. El calor prolongado genera fatiga, agotamiento, cansancio e incluso irritabilidad. Por ello, también es un factor con el que tener precaución, a pesar de que sea menos llamativo.