Barry toca tierra y lo hace con categoría de huracán. Nueva Orleans se enfrenta a una severa amenaza que ya ha alcanzado vientos sostenidos de hasta 120 km/h.

Pero la principal preocupación es, como advierten las autoridades, el agua. Se teme que el río Misisipi pueda desbordarse y cause graves destrozos.

El huracán que continúa avanzando hacia Luisiana tiene en vilo a sus habitantes, quienes hacen cola para comprar provisiones. Una ciudad que aún recuerda el paso en 2005 del devastador huracán Katrina. Preocupa que las barreras de protección que instalaron en su día no puedan soportar el paso de Barry

Por el momento, la alcaldesa de Nueva Orleans no ha emitido una orden de evacuación obligatoria, aunque muchos turistas y habitantes que sí optaban por abandonar la ciudad, colapsaban el aeropuerto.

El Gobierno de Trump ha decretado el estado de emergencia, pero el Centro Nacional de Huracanes advierte de que las consecuencias podrían ser mortales.