Erik, un joven que trabaja en hostelería, cuenta que los insultos racistas los sufre desde que estaba su restaurante en construcción. "Nos decían 'joder los latinos, otra vez, que no pintáis nada en este barrio, iros de aquí'".

Alguna vez han tenido que llamar a la policía por clientes que se veían con derecho a insultarlo. "Me llamaban 'negro' o 'inmigrante de mierda', me decían que me fuese a mi puto país".

Mohadsin se dedica a pegar carteles. Sin estar de cara al público dice que no se libra tampoco de los insultos. "'Negro falso', 'negro malo', 'maricón', o 'tú no vales aquí'. Duele mucho. Yo no hago nada malo a la gente, vine aquí para buscarme la vida", relata.

John es consciente de que mucha gente relaciona inmigrante con delincuencia. Una clienta no le quería ni abrir la puerta por miedo a que le robara. "Me llamó 'sudaca'. Solo por el color de mi piel, mi pelo o mi forma de vestir".

Hay veces, según Lisenda, que no hace falta ni que digan nada. "Es como que se apartan. No estoy haciendo nada, ni siquiera te estoy tocando", explica. También los hay que aprovechan la mínima ocasión. "Nos dicen 'sudacas', aunque sea en tono de broma, lo sueltan", cuenta otra joven.

Desde SOS Racismo aseguran que desde el auge de Vox las denuncias por insultos racistas en el ámbito laboral han crecido un 60%. Lo explica Guillermo Akapo, portavox de la ONG. "El hecho de no esconderse, de insultar con toda la legitimidad que ya tienen desde las instituciones".

Por eso piden que el resto de partidos combata este tipo de racismo de forma contundente.