Que se nos estropee un electrodoméstico es, en ocasiones, sinónimo de comprar otro. Tendemos a pensar que a estos aparatos electrónicos sale más caro arreglarlos que reponerlos, pero precisamente frenar el desecho de electrodomésticos y alargar su vida útil es el objetivo de la Comisión Europea.

El objetivo es reducir el impacto ambiental y que los consumidores puedan ahorrar unos 150 euros de media al año. Para ello, se tomarán varias medidas: en primer lugar apostar por el derecho a la reparación antes de vernos avocados a la compra de uno nuevo. Los fabricantes estarán obligados a tener las piezas de recambio de las neveras un mínimo de siete años tras la compra y diez en el caso de las lavadoras y lavavajillas.

Además, deberán utilizar mucha menos agua y ser más eco. Así, se calcula que podrían dejar de gastarse 711 millones de metros cúbicos de agua en un año y evitar a la atmósfera 46 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Pero para las organizaciones de consumidores debería darse todavía un paso más. "Debiera de llevar parejo la posibilidad de que hubiera más inspectores de los propios sistemas de producción", ha reiterado el presidente de EKA, la Asociación de Consumidores Vascos.

Actualmente en España un Decreto Ley recoge que los servicios técnicos están obligados a tener durante al menos siete años piezas funcionales para poder reparar aparatos de uso doméstico de más de 60 euros, un tiempo inferior al que ahora propone Europa.