Profundos cortes son algunas de las lesiones que sufren los migrantes provocadas por las concertinas en la frontera de Ceuta y Melilla. Imágenes que el Gobierno no quiere que se vuelvan a producir. "Tanto en Melilla como en Ceuta, inmediatamente o en breve, se procederá a la modificación de parte del vallado, de las zonas que se denominan más sensibles, donde desaparecerán las concertinas", ha dicho en TVE Fernando Grande-Marlaska, ministro del Interior.

El Ejecutivo pretende instalar sistemas más inteligentes que permitan garantizar el control y evitar graves lesiones a los migrantes. Reforzará el sistema de videovigilancia, instalará cámaras térmicas o de reconocimiento facial.

Las ONG agradecen la retirada de las concertinas, pero denuncian que el Gobierno sigue dando la espalda al drama humanitario de los migrantes.

"Una vez eliminadas las concertinas, siguen existiendo otros muros que quizá son mas invisibles en el lado español pero va a seguir dificultando el acceso de las personas", apunta Paloma Favieres, directora de políticas y campañas de CEAR.

Elena Maleno, portavoz de Caminando Fronteras, sostiene que "una frontera inteligente en un Estado democrático tiene que estar enfocada, no sólo al control migratorio, sino a tener medidas que respeten los derechos humanos".

Vulneraciones de derechos humanos como las devoluciones en caliente. España ha sido condenada por la ONU tras la devolución en 2014 de un menor a Marruecos, un procedimiento que ejecutan agentes de Policía y Guardia Civil. Los sindicatos denuncian que siguen sin protocolos claros de actuación.

"Que digan si quieren que estemos o no y pedimos más medios", sostiene Serafín Maleno, portavoz del sindicato policial UFP.

El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, busca el apoyo de Marruecos para frenar la entrada de migrantes de modo irregular en España. En 2018 llegaron 6.800 personas a nuestro país, a la UE, más de 144.000, un 22% menos que 2017.