Manuel Chaves y José Antonio Griñán, los dos expresidentes de la Junta de Andalucía, dicen estar aliviados después de que, según cuenta el diario El Mundo, la juez Alaya haya enviado al Alto Tribunal de Justicia la parte del caso de los ERE que les afecta.

Satisfechos, porque, según señala Chaves, en el Supremo sí podrán defenderse, no como hasta ahora.

"Con todo respeto a la señora jueza, no tengo ninguna confianza en la forma en la que ha llevado la instrucción", ha explicado Chaves.

También en esta ocasión Alaya ha sido contundente, sobre todo con Chaves y con Griñán. La juez asegura que ambos tenían que conocer lo que estaba sucediendo.

"Imposible que no trataran el importante menoscabo de fondos públicos por actuaciones realizadas al margen del control de la intervención", ha explicado la juez en el auto.

De hecho, Alaya considera que la intervención de la Junta les advirtió hasta la saciedad de las irregularidades, así como que todo respondía a un diseño político previo. Un sistema de ayudas que escondía un proselitismo político a favor del PSOE. "Para ingresar toda esta red clientelar a base de ayudas públicas arbitrarias", se expone en el texto.

Estas duras acusaciones han sido rebatidas por el mismo Griñán. El expresidente de la Junta confía en que todo acabará bien, se recuperará el dinero y pagarán los responsables reales.

"Ha quedado clarísimo en la instrucción que, de los aforados, nadie se ha llevado ni un euro", ha asegurado José Antonio Griñán.

Mientras los socialistas esperan a que en septiembre el Supremo se ponga con el caso de los ERE, en el PP aprovechan la ocasión para atacar al nuevo secretario general  de los socialistas, recordando que Pedro Sánchez aseguró, en público, que no le temblaría la mano con la corrupción.

"Siempre dice lo que queda bien. Lo que gusta que se escuche. Pero no es exactamente una persona que tenga un criterio riguroso", ha indicado el vicesecretario de Organización del PP Carlos Floriano.

Para Floriano, resulta complicado creer que, en el Gobierno andaluz en el que estaban Chaves, Griñán e incluso Susana Díaz, nadie supiera qué estaba pasando.