Joaquín Navarro, el líder sindical de CCOO en el sector del transporte que paralizó Madrid, era el principal objetivo de los asesinos de Atocha. Ahora, con la voz entrecortada, celebra la detención de García Juliá con el recuerdo triste de los que no lo pudieron contar.

"No me alegro por mí, sino por las familias de los compañeros que murieron", explica un emocionado Joaquín Navarro que 41 años después tiene la imagen de aquel día grabada en su memoria: "Abrí la puerta y me encontré un río de sangre".

Al escuchar sus palabras, sus propios compañeros vuelven a recordar el trágico momento recordando como fueron "bajando por el río de sangre hasta intentar abrir las puertas que conducían a la libertad", como Alejandro Ruiz-Huerta, otro de los supervivientes. Para él, pese a que la detención es un alivio, aún quedan muchas incógnitas y lamenta que "tampoco es que se haya investigado mucho del atentado de Atocha".

La causa sigue abierta y ahora se encuentra pendiente de ser extraditado, acusado de huir de la justicia y para cumplir el resto de su condena. Como explica Martín Pallín, su caso aún no ha prescrito y u búsqueda, 24 años después, ha llegado a su fin.