Los asistentes se contarán por millones y Pablo Iglesias no compartirá escenario con teloneros territoriales. Lo hará con Pedro Sánchez, Pablo Casado y Albert Rivera. En una campaña protagonizada por mítines medianos en el mejor de los casos, los verdaderos actos centrales de Unidas Podemos serán los dos debates televisados en poco más de 24 horas.

Objetivamente hábil en los platós y en el cuerpo a cuerpo, el candidato a la Moncloa del partido morado se prepara no obstante para ambos asaltos como si se tratasen de la última oportunidad de voltear el preocupante augurio de las encuestas. Iglesias considera que está ante los debates más trascendentes de la historia de la democracia española. Y lo piensa por el número de indecisos, a los que se aferra y a los que intenta convencer de que sin Podemos, ni Gobierno ni políticas de izquierda. Por eso, se empapa de vídeos de antiguos debates, lee y subraya entrevistas de sus adversarios, y estudia y pide ayuda para profundizar en temas económicos, sociales y laborales.

Confrontará con los futuribles socios de Vox, Casado y Rivera, una idea de país "constitucionalista" basado en la reforma fiscal, laboral y en la ampliación de derechos sociales.

A Sánchez lo mirará para dos cosas. La primera, reclamarle la autoría de las medidas más progresistas de su mandato. La segunda, preguntarle si está dispuesto a gobernar con Albert Rivera.

Si le sale bien, en Unidas Podemos confían en que empiecen a cuadrar las cuentas que, a día de hoy, las encuestas le niegan.