Una mujer se ha enfrentado al secretario general de Vox, Ortega Smith, después de que este haya criticado con dureza la ley contra la violencia de género, a la que ha calificado de "discriminatoria" e "injusta".

"Llevo 20 años luchando contra la violencia de género, en una silla de ruedas. No se hace política con eso. ¡Qué ya nos está costando mucho!", ha gritado Nadia Otmani entre lágrimas.

Ella recibió tres disparos por parte de su cuñado cuando trató de defender a su hermana. Tras el ataque, que afectó a la médula, Nadia quedó en una silla de ruedas de por vida.

Mientras Ortega Smith, que momentos antes negaba la existencia de la violencia de género, miraba para otro lado, la mujer le ha increpado su falta de empatía hacia las víctimas.

"Yo de este país no cobro ni un duro. Respete a las muertas ya las mujeres víctimas de violencia de género. ¡Respeto, por favor!", ha pedido desesperada.

Además, el secretario general de Vox ha calificado de "chiringuitos" a las asociaciones que se encargan de acompañar, ayudar y apoyar a las víctimas de la violencia machista, asegurando que "viven de la tragedia" y "hacen negocio" de estas.

La lucha de Nadia Otmani

El 5 de octubre de 1997, Nadia se encontraba en Madrid visitando a su hermana Rashida. Cuando volvió a casa, después de hacer unas compras, encontró a esta muy nerviosa. Había tenido una fuerte discusión con su marido y él le había echado.

Ambas mujeres decidieron salir a la calle para hablar con más calma. Rashida llevaba a su hijo de un año y medio, Ismael, entre sus brazos.

Cuando estaban a punto de cruzar el umbral de la puerta, vieron en el reflejo del cristal al hombre, que se dirigía hacia ellas. Rashida echó a correr con el pequeño y Nadia se interpuso entre la pareja.

En ese momento, el marido de su hermana sacó una pistola y le disparó un tiro a la cabeza. Una vez ya en el suelo, el hombre volvió a apretar el gatillo dos veces.

El segundo disparo le provocó una lesión en la médula que dejó a Nadia en una silla de ruedas de por vida.

"Mi hermana no se quejaba de nada. Mi cuñado la había convertido en una esclava de la casa y la tenía dominada. Se había vuelto muy violento. Con el tiempo supe que hasta había intentado tirar por la ventana a uno de sus hijos. Puedo decir que estoy viva de milagro", explicó en una entrevista.

Ella denunció a su cuñado, pero no llegaron a tomarle declaración en el juicio. El hombre fue condenado a nueve años de prisión, "ero a los dos ya disfrutaba del segundo grado. Y dos años más tarde, del tercero".

"Lo condenaron también a indemnizarme con 240.000 €, pero no he cobrado nada: ni la parte que corresponde al Estado, porque yo no llevaba más de cinco años residiendo en España, ni la parte que le tocaba a él. Tampoco ha pagado un céntimo a mi hermana por los niños... ¿Dónde está la justicia?", reclamaba.