Las personas que forman parte del 10% más rico de la población en España ganan de media ocho veces más que las que forman parte del 50% más pobre, una brecha que pese a todo es de las menos pronunciadas en el mundo y a un nivel similar que la de otros países del entorno europeo. En la segunda edición de su estudio comparativo publicado este martes, el Laboratorio de las Desigualdades Mundiales que coordinan economistas como Thomas Piketty y Gabriel Zucman, explica que el ingreso medio de un adulto en 2021 en España es de 30.600 euros, casi el doble de los 16.700 a nivel mundial.

Los ingresos del 10% más favorecido representan un 34,5% del total del país, un porcentaje superior al de otros vecinos europeos como Francia (32,2%) e Italia (32,2%), y sobre todo más elevado que el de Estados nórdicos como Suecia (30,8%) y Noruega (29,6%). Pero ese 10% se lleva una parte del pastel más importante en el Reino Unido (35,7%) y Alemania (37,1%), por no hablar de lo que ocurre fuera de Europa. En Estados Unidos suponen un 45,5% y en Brasil un 58,6%. Los autores del informe señalan que en la línea con otros países europeos, las desigualdades de ingreso en España eran más fuertes a comienzos del siglo XX (el decil superior concentraba más del 50%) y bajaron al 35% en los años 1960.

En las últimas cuatro décadas, ese porcentaje se ha mantenido a un nivel relativamente estable, con algunos altibajos en los tiempos más recientes: la crisis financiera redujo significativamente las entradas de dinero para la mitad de la población más pobre entre 2008 y 2014 y solo en 2015 se recuperó el nivel anterior a 2007. Como ocurre en todo el mundo, las diferencias de riqueza en España son más pronunciadas incluso que las de ingresos. El 10 por ciento superior concentra en 2021 el 57,6% de todos los bienes y activos (por un valor medio de 1.014.100 euros) mientras que la mitad inferior se contenta con un 6,7% (por valor de 23.500 euros).

Las mujeres perciben en España el 40% de las rentas de trabajo, un porcentaje superior al de la media en Europa occidental (38%), pero inferior en la parte oriental (41%)

El peso relativo del 10% más rico ha crecido algo este año (suponía un 57,4% en 2020), mientras se ha mantenido sin cambios el del 50% menos favorecido. Son niveles de nuevo similares a los de otros países europeos. El 10% más rico es propietario del 47,7% de los activos en Italia, del 59,5% en Francia, del 59,6% en Alemania o del 57,1% en el Reino Unido. Por lo que se refiere a las diferencias de género, las mujeres perciben en España el 40% de las rentas de trabajo, un porcentaje ligeramente superior al de la media en Europa occidental (38%), pero se queda por debajo de Europa oriental (41%).

Los responsables del estudio incorporan también un comparativo de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por habitante, que en España con 8 toneladas está por encima de Portugal (6 toneladas) pero por debajo de Francia (9 toneladas). Mientras que el 50% de los españoles con menos recursos generan de media 4,6 toneladas de CO2, el 10% más rico emite cinco veces más, en concreto 21 toneladas por persona.

Se dispara la riqueza de los más ricos por el COVID-19

La riqueza acumulada por los multimillonarios que hay en el mundo se ha disparado este año por los efectos financieros de la crisis del COVID, lo que ha provocado un aumento de las desigualdades, en particular con la mitad más pobre de la población, que solo es propietaria de un 2% de los activos. La riqueza de las 520.000 personas que componen el selecto grupo del 0,01% de los más adinerados ha crecido en términos relativos este año -marcado por la efervescencia de los mercados financieros- hasta representar el 11% del total mundial, según ha destacado el Laboratorio de las Desigualdades Mundiales.

Ese 0,01% acumulaba un 7% de la riqueza en 1995, porcentaje que subió ligeramente por encima del umbral del 10% en vísperas de la crisis financiera global, que la redujo al 8% en 2010 antes de iniciar una tendencia a la recuperación que se ha acelerado este año, destacan los autores de este estudio. La evolución es casi simétrica cuando se examina el grupo de los que tienen más de 1.000 millones de dólares en bienes y activos, que en 1995 eran propietarios de alrededor del 1% de la riqueza mundial, que había subido a poco más del 2% en 2020 y ha escalado este año hasta el 3,5%.

Si se amplía un poco más la muestra, el 1% más aventajado se ha quedado con el 38% del incremento de la riqueza generada en el mundo entre 1995 y 2021, mientras que el 50% de los más pobres únicamente han conseguido un 2,3%. El resultado es que esa mitad de la población tiene un patrimonio medio de 2.900 euros por adulto, lo que en conjunto representa solo un 2% del total mundial, mientras el 10 por ciento superior concentra el 76%. Cuando se examinan son los ingresos, el 10% de los más ricos en 2021 se quedan con el 52% del total (de media 87.200 euros por adulto), mientras el 50% más pobre se tiene que contentar con el 8,5% (2.800 euros para todo el año).

Latinoamérica es, junto con el norte de África y Oriente Medio (MENA), la región con más desigualdades de todo el mundo. El 10 por ciento superior se lleva hasta el 58% de los ingresos en MENA, el 55% en Latinoamérica o el 45,5% en Estados Unidos. Europa se significa por ser el área con la menor brecha, ya que ese 10% concentra el 36%. La riqueza acumulada por el 10% más privilegiado representa hasta un 78,7% en México, un 79,8% en Brasil y un 80,4% en Chile, mientras que en esos tres países la riqueza del 50 % más pobre es negativa, lo que significa que sus deudas son superiores al valor de su patrimonio.

Los autores del informe señalan que las desigualdades entre las poblaciones de los Estados más pobres y de los más ricos han disminuido en las dos últimas décadas pero al mismo tiempo se han acrecentado en el interior de los países, que son de la misma magnitud que las que había durante el punto álgido del colonialismo a comienzos del siglo XX. En la práctica, los ingresos del 10% más rico son 38 veces superiores a los del 50% más pobre, cuando en 1820 esa brecha era prácticamente la mitad.

¿Fracturas inevitables?

Los autores del estudio presentan en esta edición un nuevo indicador sobre la brecha de género, que muestra que las mujeres en términos globales perciben menos del 35% de los ingresos de trabajo, y que teniendo en cuenta que en 1990 ganaban cerca del 30% el progreso en estos tres decenios ha sido "muy lento".

También hacen notar que los ingresos y la riqueza están directamente vinculado con las emisiones de dióxido de carbono (CO2), el principal gas causante del efecto invernadero. El 0,01% de la población más rica es responsable del 11% de esas emisiones. Por eso consideran que las políticas climáticas como las tasas de carbono, tendrían que ir dirigidas de forma mucho más selectiva contra las personas más favorecidas económicamente.

Los responsables del Laboratorio de las Desigualdades Mundiales insisten en que todas estas fracturas no son inevitables, sino consecuencia de decisiones políticas y se pueden corregir. Su principal propuesta para conseguirlo es un impuesto progresivo a los multimillonarios de todo el mundo que, con un tipo medio del 1% sobre la riqueza, permitiría recaudar el equivalente del 1,6% de los ingresos mundiales para ser reinvertidos en educación, sanidad y en la transición ecológica.