Las imágenes son claras. Al extesorero del Partido Popular se le ve pasando a limpio apuntes de un libro de texto. Así es la vida de Luis Bárcenas en la cárcel. Aparece sentado en un pupitre junto a su mochila y a su espalda se observan los pósters de una clase de anatomía. Se le ve concentrado, aparentemente relajado y con un refresco light sobre la mesa.

De las imágenes se deduce que Bárcenas estudia en prisión y también reza. Junto a un nutrido grupo de presos sigue las oraciones que alguien pronuncia en voz alta para dar gracias a dios. Algunos se suman a quien oficia el rezo y lanzan algun tipo de vítores. Pero Luis Bárcenas prefiere el recogimiento. Permanece completamente en silencio mientras se desarrolla la oración.

Pero en prisión también hay tiempo para el esparcimiento. A la hora del patio, el extesorero aparece perfectamente integrado entre el resto de reclusos. Sentado en uno de los bancos del patio, mantiene una amigable charla con un compañero de prisión mientras se fuma un puro, uno de los caprichos que se permite entre los muros de Soto del Real.

También se percibe el buen aspecto físico del que goza el extesorero popular. Puede que incluso con algún kilo más de los que entró, pero mantiene su cuidada imagen: mocasines, pantalón de pinzas y polo, vestuario con el que tampoco duda en sumarse a un partido de baloncesto con algunos de sus compañeros de prisión.

Pero el tiempo de esparcimiento no es sólo al aire libre. En las imágenes se observa como, mientras algunos reclusos deciden matar las horas jugando a las cartas, Bárcenas comparte mesa con un grupo de personas de rasgos asiáticos. 

En la cárcel, el extesorero tiene permitidas diez llamadas a la semana para contactar con el exterior. También hemos sido testigos de una de esas llamadas. Por la restricción de números, la mayoría de ellas van dirigidas a su familia.