La Ley de Reforma Política refrendada en diciembre de 1976, que desmanteló el marco político de la dictadura, allanó el camino a las urnas y a emprender, ya sin retorno, el camino democrático, que se apuntalaría con la aprobación de la Constitución dos años después.

"Las elecciones de 1977 fueron un acto de reconciliación de los españoles", resume Ramón Tamames, uno de los cargos del PCE que logró escaño aquel año a las órdenes de Santiago Carrillo. Nombrado presidente en julio de 1976, Suárez convocó a las urnas a los 23 millones de españoles con derecho de voto, una gran mayoría por primera vez, con apenas dos meses de antelación, una vez superado el escollo de legalizar al PCE y al resto de partidos. La agilidad con la que se puso en marcha el proceso electoral fue una de las claves de su éxito, según coinciden los principales actores del momento.

"Globalmente, salió muy bien, incluso mucho mejor de lo esperado", reflexiona Tamames. La tensión en las calles desatada tras la muerte de Franco y episodios violentos como el asesinato de los abogados laboralistas en enero de 1977 no parecieron tener reflejo en el ambiente en el que se desarrolló la campaña, sobre todo en las grandes ciudades. "Después de 40 años de dictadura, el entusiasmo era lo que dominaba todo. Poder salir a la calle fue una explosión de alegría, de libertad y democracia. No había temores, había una gran ilusión", recuerda a Efe el socialista Juan Barranco, quien obtuvo escaño por Madrid en aquella primera cita electoral.

Algo más de ochenta candidaturas concurrieron a los comicios, aunque solo doce alcanzaron representación en el Congreso. Aupada por la mítica canción "Libertad sin ira", la UCD de Suárez ganó con 165 diputados, por delante del PSOE liderado por Felipe González, que cosechó 118 y dio el sorpaso al PCE, que se quedó en 20, cuatro más que la Alianza Popular de Manuel Fraga. Por detrás, quedaron el Pacto Democrático por Cataluña, con once diputados, y el PNV, con ocho, seguidos por otras fuerzas minoritarias, entre las que no estaba ninguna de corte franquista, ni de extrema izquierda.

Además de los cabezas de cartel, el nuevo Parlamento reunió a una pléyade de diputados que encarnaron una hornada histórica, con nombres como los de Alfonso Guerra, Miguel Herrero de Miñón, Miquel Roca o Jordi Pujol. Aquella generación de políticos, a la que se unieron otras figuras del exilio, como Dolores Ibárruri 'La Pasionaria' o el poeta Rafael Alberti, hicieron posible la Transición porque "hubo fue mucho sentido común", concluye Tamames.

"No éramos políticos profesionales. Lo éramos por afición y por vocación democrática. Para hacer política, poníamos dinero de nuestro bolsillo. No tiene nada que ver con lo de ahora. Veníamos con sentido de la generosidad y por lograr la libertad, lo dimos todo", apunta Barranco.

Sin apenas papel político durante la dictadura, las mujeres vieron en las elecciones de 1977 una oportunidad de reivindicar sus derechos. De los 350 diputados, 21 fueron mujeres, una cifra exigua, pero que marcaría un punto de inflexión en la incorporación femenina a la política.

"Partíamos de una situación de sometimiento. Había muy pocas mujeres en los mítines. Pero las mujeres apoyaron las democracia, sin su voto no habría sido posible", sostiene María Izquierdo Rojo, quien se hizo con un escaño por Granada con el PSOE en aquellos comicios.

Izquierdo se muestra convencida de que fue "un acierto el enfoque de consensos" que caracterizó la legislatura constituyente y que hizo que la Transición fuera un "éxito", aunque lamenta que, 40 años después, aún queden abiertas algunas heridas de la guerra civil y el franquismo.

"Es inadmisible que todavía tengamos españoles muertos en las cunetas. Es algo dolorosísimo", opina la exdiputada socialista, quien admite que se tardó mucho en aprobarse una ley de memoria histórica -en 2007- porque "no se pudo hacer más en su momento" y "el pueblo español fue muy comedido" para que prosperara la democracia.