La seguridad también está presente bajo tierra. Sólo en Madrid hay más de 5.000 kilómetros subterráneos vigilados, entre otros, por la Policía Nacional.

Inspeccionan los colectores de aguas residuales con un equipo de respiración autónoma para no intoxicarse. Buscan cualquier artefacto sospechoso.

Esta Unidad de Subsuelo de la Policía recorre a diario la urbe que hay bajo la ciudad, un laberinto de túneles y galerías. "El trabajo es bastante complicado en estas condiciones", explica David González, miembro de la unidad.

Además de localizar explosivos, la Policía Nacional trabaja a 18 metros de profundidad intentando evitar el sabotaje y la intrusión en locales. Así garantizan la seguridad, recuperan armas homicidas y evitan butrones a bancos y joyerías.

El trabajo es más fácil en los túneles de servicio. Además del conducto de agua, aquí se comparte espacio con otras tuberías. Sin embargo, también hay situaciones peligrosas. "Cuando se casó el rey, nos encontramos un artefacto sospechoso en una galería del Canal de Isabel II", explica David.

Resultó ser una falsa alarma. Anécdotas que quedan bajo tierra, una vez salen a la superficie.