Las cámaras acompañan a un grupo de jóvenes que han viajado en autobús hasta Chernóbil para visitar el que fue, hace 35 años, el centro del mayor desastre nuclear en el mundo. Como muchos, han reconocido el impacto al ver el lugar: "Han muerto demasiadas personas aquuí y creo que es un fenómeno espectacular". Muchos, sí, porque Chernóbil sigue siendo a día de hoy, incluso en plena pandemia, un lugar de peregrinación para miles de turistas.

Kate Honcharenko, guía turística, conoce muy bien lo que sucedió y es lo que trata de trasladar a los viajeros que acuden a esta ciudad ucraniana: "Visitamos las principales ubicaciones de la zona de exclusión. Explorando la zona estamos profundizando en su historia". Así, todo es digno de fotografiar, como la icónica noria de Prípiat, zona que sufrió los efectos directos del accidente nuclear del 26 de abril de 1986, que sostiene el tenebroso paisaje fantasmal de una ciudad arrasada.

Germán Orizaola, investigador de la Universidad de Oviedo que estudia cómo ha afectado la radiación a la fauna presente en la zona, conoce el sitio y también es consciente del alto número de personas que continúan visitando Chernóbil: "Se hacen viajes diarios, de dos o tres horas, desde Kiev hasta la zona de exclusión. El último año con turismo normal, antes de la pandemia, llegaron más de 150.000 personas".

A diferencia de lo que se pueda creer, sí queda alguien. Chernóbil sigue habitada actualmente por entre 2.000 y 3.000 personas. "Hay alguna tienda de alimentación, bares, un par de hostales, un cajero automático, que es algo que puede sorprender mucho en mitad de la zona de exclusión", ha explicado Germán a laSexta. Es interesante reseñar que precisamente la mayor parte de sus habitantes viven aún de la central nuclear, aunque trabajando en su desmantelamiento. Es todavía el motor económico de la zona.

Y otros, como Yevgeny Markevich, habitante de Chernóbil de 85 años, son de los muy pocos que siguen viviendo de sus granjas. "Es triste que esto ya no sea como antes", se limita a decir. Porque ya nada es como antes allí. La explosión alteró hasta los mapas. Prípiat fue una ciudad de 350.000 personas, y allí, a diferencia de Chernóbil, ya no vive nadie. A 50 kilómetros se construyó Slavutich, para albergar a los evacuados.

Hoy, la peligrosidad de la radiación, salvo en zonas concretas, ya no es la que era. "Es la cuarta parte de lo que se acumula en una mamografía", ha ejemplificado Germán Orizaola. la de Chernóbil fue una catástrofe con casi 100.000 víctimas directas o indirectas, aunque oficialmente solos se reconocen 31 fallecidos.